CDMX: construir sin orden

EL UNIVERSAL

¿A qué modelo deben apostar las ciudades? ¿A crecer de manera horizontal o vertical?

Casi por inercia en principio se da una expansión hacia la periferia, como sucedió en la mayoría de las ciudades de México, en especial en la capital del país desde la década de los 40.

Con el paso de los años el modelo se vuelve poco sostenible debido, entre otras razones, a que los accesos se tornan insuficientes (el caso de Ciudad Satélite es muestra de ello) y los tiempos de traslado roban entre 3 y 5 horas diarias a sus habitantes.

Desde mediados del siglo pasado la Ciudad de México comenzó a entender la problemática y se impulsó la construcción de los llamados multifamiliares con el objetivo de sustituir la vivienda precaria, de transformar las relaciones colectivas y de valorar el espacio urbano. Los defensores del concepto señalan que tenían un enfoque social en el que se tomaba en cuenta a la gente y sus necesidades.

Hace 18 años la publicación de un bando que limitaba la construcción de vivienda en 12 de las 16 delegaciones, para impulsarla sólo en Cuauhtémoc, Benito Juárez, Miguel Hidalgo y Venustiano Carranza, fue el inicio de un auge inmobiliario en la capital del país.

El propósito del bando era aprovechar la red de servicios públicos que existían en las delegaciones citadas, en lugar de hacer nuevas redes de drenaje, de agua potable o vías de comunicación en áreas más alejadas. Se convocaba a dar prioridad a la vivienda de interés social, pero el llamado no se cumplió.

Poco después el boom de la construcción de vivienda vertical se extendió por todo el territorio capitalino. En algunas zonas, enormes torres se levantaban en corto tiempo, a pesar de las protestas vecinales contra los proyectos porque representaban una mayor demanda de servicios en colonias donde de hecho son escasos, como el agua potable.

El sismo del 19 de septiembre de 2017 dejó ver el lado oscuro del boom: algunos de esos inmuebles fueron edificados con materiales de dudosa calidad y sin supervisión de la autoridad.

En los últimos tres sexenios los desarrollos surgieron sin una planeación adecuada. Los grupos constructores privilegiaron la ganancia económica para dejar en un segundo plano elementos como seguridad, dotación de servicios o la construcción de vivienda de interés social.

En teoría, apostar al crecimiento vertical es lo adecuado, pero cuando el gobierno local se aleja de la planificación urbana y deja todo en manos de poderosos consorcios inmobiliarios, el resultado no puede ser el que esperan millones de personas que requieren un lugar para vivir.

 

 

 

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