¿Cuál será el gran shock en este 2018?

Carlos Loret de Mola

En las últimas elecciones presidenciales en México, cuando parece que uno de los candidatos aventaja irremediablemente en las encuestas, hay una sacudida brutal en la campaña que pone en peligro su victoria y ha llegado a revertirla.

Empecemos de atrás hacia adelante.

En la carrera por Los Pinos de 2012, desde varios años antes las encuestas mostraron una ventaja muy cómoda a favor de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, un par de meses antes de las elecciones, cuando a un sector muy relevante del electorado “le cayó el veinte” de que era en serio el regreso del PRI a la Presidencia con todo lo que implicaba, se generó una sacudida electoral, un choque al debate público que se llamó Yo Soy 132. El movimiento empezó cuestionando la cobertura de medios de comunicación hacia el abanderado priísta y terminó denunciando las malas prácticas históricas del PRI, sus abusos y corruptelas. Fue un punto de quiebre en la campaña. Peña Nieto empezó a desplomarse en las encuestas y su ventaja sobre López Obrador se redujo sustancialmente. Venía tan en picada Peña que si la elección hubiera sido un mes después tal vez el resultado hubiera sido otro.

En el proceso inmediato anterior a ése, aquel parteaguas de 2006, la fuerza de López Obrador en las encuestas también venía de varios años antes. Y cuando su triunfo lucía inevitable, también sectores relevantes del país, el empresariado y los sindicatos organizados, se movilizaron desde la preocupación con mucho vigor para exhibir las grietas ideológicas del hoy aspirante de Morena, sus posiciones autoritarias, sus vasos comunicantes con el populismo y catalogarlo como “un peligro para México”. La campaña prendió entre electores con niveles socioeconómicos medios y altos. López Obrador no reaccionó eficazmente, cometió sus propios errores y vio su ventaja esfumarse.

Quizá en la misma ruta habría que inscribir, en el año 2000, el choque que representó la posibilidad de que se aliaran los dos contendientes opositores Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas. El asunto fue tema de conversación por semanas. La prioridad era sacar al PRI de Los Pinos. Fue quizá el nacimiento del voto útil: la sociedad se dio cuenta que la prioridad era la alternancia y terminó apostando por el candidato con mayores probabilidades de vencer al régimen.

Fueron tres shocks que tuvieron las tres más recientes elecciones presidenciales, y que sucedieron en la recta final de las campañas.

¿Habrá un choque de estos en el 2018? Aún no se ve con nitidez. Existen algunas fuerzas dormidas que quizá podrían encabezarlo. Anoto un par:

1.— El anti-lopezobradorismo existe pero está dormido, quizá despierte cuando se acerque la fecha de las urnas, quizá esos distintos sectores a los que alarma el posible triunfo del candidato de Morena se movilicen con el mismo vigor que hace doce años.

2.— El movimiento anti-sistema que se reconoció e identificó por los sismos del año pasado puede potenciarse, nutrido por el extendido anti-priísmo si las encuestas empiezan a apretarse.

Ya veremos si algo mueve el tablero.

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