Lo que mueve Margarita

Carlos Loret de Mola

Lo más interesante no es lo que acaba de terminar para Margarita Zavala, sino lo que está comenzando.

Se retiró de la contienda pero, al menos por ahora, no anunció su apoyo a ninguno de los aspirantes. Habló muy mal de López Obrador, dijo que con Anaya había tenido una llamada telefónica la semana pasada y quedaron de verse, habló muy bien de Meade, pero muy mal de lo que representa, y despreció al Bronco.

Zavala dijo que la elección del 1 de julio es particularmente histórica y vaticinó que finalmente será entre dos. Lo que no dejó claro es quién le va a disputar a López Obrador “la final”. Contestó que no ve un claro segundo lugar entre Ricardo Anaya y José Antonio Meade. Construyó sobre la idea de que no basta que alguien se presente como “yo no soy López Obrador” para que merezca la Presidencia de México, que como sociedad hay que pedirle más al candidato, exigirle más. Ese fue su tercer momento más emotivo. El primero fue cuando hizo el anuncio de su retiro y quería quebrársele la voz. El segundo cuando se le humedecieron los ojos mientras contó que platicó con cada uno de sus hijos la decisión.

Antes de entrar, su asistente personal, Joanna Asiain, le dio los últimos retoques al maquillaje. Margarita había escogido con cuidado la ropa con la que quería hacer el anuncio: azul y blanco, como el logotipo del PAN. Jorge Camacho y Miguel Sosa, sus incondicionales, estaban también ahí. Los cuatro en una oficina de Televisa Chapultepec esperando para ir al estudio de televisión.

Margarita Zavala se sentó donde le asignaron para grabar ayer por la mañana la emisión de Tercer Grado que se transmitió en la noche. Cuál es mi cámara, agua, micrófono, algunas frases de conversación de cortesía entre entrevistada y entrevistadores. Lo de siempre, lo que ha sido con todos los aspirantes. Cuatro, tres, dos, un instante de silencio y el doctor Leopoldo Gómez arrancó el programa con la primera pregunta: solía estar arriba de AMLO en las encuestas, pero ya no...

Margarita Zavala empezó a contestar con una argumentación que sólo podía tener como destino anunciar que renunciaba a su candidatura presidencial. Sucedió unos segundos después.

Leopoldo Gómez, Denise Maerker, Joaquín López Dóriga, René Delgado, Raymundo Rivapalacio, Leo Zuckerman y yo nos quedamos helados. Habíamos preparado —como con cada aspirante— una ruta temática de la entrevista sobre la cual vamos lanzando nuestras preguntas: la campaña, las propuestas, la política. Pero en menos de un minuto la entrevista había dado un giro no anticipado. La entrevista es lo de menos: lo importante es si la contienda da un giro no anticipado con el anuncio de Margarita.

Casi hora y media de entrevista. Al terminar, entró al estudio su equipo. Se habían incorporado Fernanda Caso, su representante ante el INE, y Fausto Barajas, su coordinador de campaña. Todos estaban nostálgicos.

Sabían que el tablero se movió. No soltaron prenda de lo que viene. Insertarse en una campaña presidencial que pueda dar la sorpresa y ser el punto de quiebre, o arrebatarle a los posibles derrotados la bandera de ser la principal dirigente de la oposición del próximo sexenio. Ya lo veremos.

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