Minerva, campesina por herencia y obligación

En Santiago Suchilquitongo hay una población total de nueve mil 542 habitantes, de los cuales cuatro mil 987 son mujeres

Foto: Mario Arturo Martínez / EL UNIVERSAL
Especiales 05/03/2019 14:03 Christian Jiménez Paraje Arroyo Seco, Santiago Suchilquitongo, Etla Actualizada 10:31

Desde hace más de 20 años, Minerva Dominga Cruz Vásquez se dedica al campo. Trabaja en los terrenos de su padre, mismos que destina al cultivo de tomate, alfalfa y amaranto.

La mujer, de 40 años de edad, quedó a cargo de su padre y su madre, quienes tienen 93 y 83 años respectivamente, cuando sus hermanos emigraron a otras ciudades.

"Tuve que decidir entre continuar estudiando o hacerme cargo de la casa y de mis padres. Cuando decidí quedarme en la casa, en el bachillerato aprendí álgebra y estadística y recibí una capacitación del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias para poder hacer los cálculos para riego y siembra", apunta.

Información del catálogo de localidades del gobierno federal revela que en Santiago Suchilquitongo hay una población total de nueve mil 542 habitantes, de los cuales cuatro mil 987 son mujeres y el resto, hombres.

Se considera una localidad con un grado medio de marginación donde, según el Inegi, sólo el 16.18% del suelo está destinado a la agricultura.

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En el municipio, existen tres tipos de tierras, las comunales: terrenos privados que pertenecen a un grupo de personas, mismo que decide su forma de distribución y explotación; las ejidales: de uso colectivo, propiedad del municipio, principalmente destinadas al campo; pequeña propiedad: que pertenecen a un particular, quien decide cómo emplearlas.

Minerva relata su historia familiar y dice que en la década de los 50, su padre, quien ya había trabajado en tierras ejidales en su juventud, decidió adquirir en pequeños pagos su extensión territorial. No obstante, parte de su terreno es comunal. Recuerda que cuando hicieron el padrón de comuneros, sólo consideraron a uno de sus hermanos, pero al fallecer éste, su terreno quedó abandonado.

"La dotación de las tierras sucedió, según cuenta mi padre, en 1936, cuando a los hacendados les quitaron tierras para conformar el ejido y poder repartir. La dotación fue de pequeñas parcelas", apunta.

Su padre tuvo acceso a una pequeña extensión de tierra que con el tiempo y con el trabajo de campo fue ampliando, hasta adquirir más o menos una hectárea que repartió en nueve pedazos, para todos sus hijos.

"En esos tiempos sólo podían comprar los hombres. Los documentos sólo salían a nombre de mi papá y los únicos que salieron a nombre de mi mamá, fueron parte de su herencia", declara.

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La campesina participa en una sociedad de riego que está conformada por 25 integrantes, en su mayoría hombres, que funciona bajo un sistema de servicio comunitario, lo que implica que por un año, cada uno de los miembros debe ocupar un cargo en la mesa directiva, de forma gratuita y obligatoria para asesorar en el tema de riego a los agremiados y tomar desiciones sobre el uso del agua.

Las mujeres y el campo

En la comunidad hay muchas mujeres que trabajan en el campo, comenta Minerva, sin embargo, lo hacen como jornaleras, en las tierras de otras personas. Trabajan jornadas de ocho horas y al término cobran un sueldo.

No obstante, la mayoría de las mujeres que laboran en el campo, lo hacen para acompañar a sus esposos o por instrucciones de ellos. Minerva estima que son unas 50 mujeres las que trabajan en el campo en la comunidad, de éstas, sólo unas seis lo hacen sin el apoyo o compañía de un hombre.

Desde hace un trienio, el acceso de las mujeres a la tierra en Santiago Suchilquitongo creció.

Se repartieron a través de Bienes Comunales un total de mil 100 lotes, de los cuales, por lo menos la mitad se otorgaron a mujeres de la comunidad, quienes pagaron un monto aproximado de 500 pesos por las escrituras.

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Minerva apunta que es "pesado" para una mujer dedicarse al campo. Las labores empiezan a las siete de la mañana y duran casi 12 horas. El trabajo más complicado es el sistema de riego, que consiste en llevar agua a las parcelas, acarreando o con mangueras.

"En un principio, mi papá y mis hermanos se dedicaban al campo, pero a partir del año 2000, inicié con un grupo a cultivar tomate, en una pequeña cooperativa. Trabajamos por siete años, eran cinco hombres y yo", comenta.

Ella tenía a cargo la realización de las fórmulas y los cálculos de cultivo, y aunque el hecho de formar parte de un grupo integrado por hombres, comenzó a generar rumores entre la comunidad.

"Algunos hombres sienten competencia por parte de las mujeres y no les gusta que trabajemos la tierra porque se sienten rebasados. Hay algunos todavía con esa cultura machista, pero poco a poco, las mujeres han sido capaces de hacerse y sembrar sus propias parcelas", dice.

Ya fue funcionaria

Las constantes granizadas y la descapitalización que causaron en el colectivo de siembra, ocasionaron que Minerva trabajara por su cuenta.

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De 2014 a la fecha, colabora con la siembra de amaranto, en conjunto con la asociación Puente a la Salud, dedicada a la elaboración de productos derivados de esta planta, a la par, encabeza una cooperativa de egresados del Tecnológico de Suchilquitongo, para trabajar la harina de mezquite.

En la localidad, las mujeres no han recibido ningún tipo de apoyo por parte de las dependencias de gobierno, la única manera de tener algún respaldo es solicitar capacitación colectiva.

En Santiago Suchilquitongo, la actividad del campo ha quedado desplazada por otros oficios como la construcción, el abandono de tierras es constante pues los jóvenes ya no quieren dedicarse a eso. Las tierras que eran para la siembra, poco a poco se han ido transformando en sitios para vivir.

"Yo elegí dedicarme al campo porque en mi familia, para mis padres y hermanos mayores fue la actividad económica principal. Cuando noté que las tierras de mis padres podían quedar en el abandono, después del sacrificio que hizo mi padre era huérfano y ser criado por mis abuelas, para construir su patrimonio", resalta.

Aunque Santiago Suchilquitongo se rige bajo el sistema de partidos políticos, fue hasta el año 2010 cuando en el Cabildo tomó funciones la primera mujer que ocupó una regiduría, un cargo que se otorgó de forma proporcional al partido minoritario. "Antes en las planillas municipales, las mujeres sólo ocupaban puestos de suplentes", acota.

De 2011 a 2013 Minerva ejerció como la primera regidora de Hacienda de la comunidad. Desde el bienio anterior, la comunidad se apega a los principios de paridad e incluso, mujeres han ocupado la sindicatura municipal.

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