Tras los rastros del esplendor ferrocarrilero en Oaxaca

Especiales 06/06/2018 11:00 Christian Jiménez Oaxaca de Juárez, Oaxaca Actualizada 11:05

Desde 2013 ex trabajadores tienen la misión de recuperar la memoria histórica del gigante de acero, y con el apoyo de organizaciones rescatan archivos para generar acervo

Fotos: Mario Arturo Martínez / EL UNIVERSAL

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Aunque la estación sigue en pie, lo que queda no es nada comparado con la industria que un día dio empleo directo a 700 familias. Aún así, el ferrocarril vive en la memoria de  aquellos que lo conocieron y de quienes luchan porque sus  rastros no desaparezcan.

Uno de ellos es el antiguo jefe de estación de Oaxaca de Juárez, Miguel Ángel Ortega Mata, de 79 años, quien además es el presidente de la asociación civil Amigos del Ferrocarril, que agremia a más de 200 ex trabajadores del gigante de metal.

En entrevista con EL UNIVERSAL, en lo que por décadas fue su lugar de trabajo, Migue, como le dicen sus cercanos,  recuerda que empezó trabajando en Ferrocarril Mexicano del Sur a los 18 años, por influencia de su padre, quien también dedico su vida a las vías y  fue jefe de estación.

A pesar del tiempo que ha transcurrido, Miguel recuerda con claridad la fecha en que la estación principal en la entidad  inició operaciones. Dice que fue una de las primeras y se inauguró el 13 de noviembre de 1892.

“Vino Porfirio Díaz a inaugurarla, cuando él llega la estación ya estaba lista... al llegarle los planos de construcción, él paró el proyecto y dijo: ‘En mi tierra se hace la obra de cantera o no se hace’”, comenta. 

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Salto tecnológico

Para el ex jefe de estación, la llegada a Oaxaca del ferrocarril debe entenderse como un  salto tecnológico superior a  lo que significó la llegada del avión jet.

Migue explica que antes del ferrocarril el viaje a la Ciudad de México se estimaba en 14 días, pues tenía que hacerse en diligencias (carretas jaladas por caballos); tras la llegada del  servicio ferroviario  el tiempo de viaje se acortó a 14 horas.

Con un nuevo medio de transporte, los oaxaqueños experimentaron el gusto de viajar. Según datos del propio patronato, el primer año se subieron 135 mil oaxaqueños al tren, quienes pagaron un boleto de 18 pesos; en tanto que la población de Oaxaca capital fluctuaba entre los 30 y los 35 mil habitantes.

En un principio, el Ferrocarril Mexicano del Sur viajaba a Puebla, pero hacía pequeñas escalas en las poblaciones que comunican a la capital oaxaqueña con la poblana. Así, la llegada del tren además   de brindar empleo,  abrió un canal comercial y los productores crecieron económicamente.

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El declive

Pero el auge del gigante de metal que recorría el sureste mexicano apenas duró un siglo, pues la red ferroviaria comenzó a desmantelarse  en la década de los noventa. Migue destaca  que su decadencia se dio por una crisis económica, en la que   por cada peso invertido se perdían tres.

Esa  crisis, dice el ex ferrocarrilero,  fue el resultado del exceso de sindicalismo y la corrupción, factores que alejaron a los grandes capitales y las  empresas se negaban a invertir más en el ferrocarril. El último viaje  se  materializó en 2006.

 “De escondidas salió el último tren con destino a Cuicatlán... salió y ya no volvió, dejando tirada una locomotora y máquinas”, recuerda Migue.

Fue entonces que el trabajo para los ferrocarrileros escaseó. Migue se jubiló con  30 años de servicio, a otros los liquidaron.

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Que siga vivo

Sin la posibilidad de revivir el sistema ferroviario, y ya con máquinas y vías en ruinas, los ex empleados  conformaron una organización y  pugnaron para que lo que quedó del gran ferrocarril fuera comprado hace 15 años por el municipio. La transacción se concretó  en 5 millones de pesos, aunque su valor era de 32.

Actualmente,  los 264 ex empleados colaboran con la fundación Alfredo Harp Helú (FAHHO) para revivir las memorias del ferrocarril y que se reconozca su importancia histórica. Fue así como la  asociación Amigos del Ferrocarril luchó por abrir el Museo del Ferrocarril en la  antigua estación de la capital.

Waldini Miguel Ángel Ortega, el director del Museo Infantil de Oaxaca (MIO), que hoy se  alberga la antigua estación del ferrocarril, detalla que la FAHHO adoptó la iniciativa de restaurar y equipar  la el edificio de la estación, como el primer paso, lo que  logró en 2013 con recursos del Fonca. El proceso duró aproximadamente dos años, pues requirió la reconstrucción de salas enteras.

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En 2015 inició la segunda etapa con recursos federales. El resultado  fue el equipamiento del museo, inaugurado en 2017. Además, el director del MIO y la asociación Amigos del Ferrocarril encabezan la iniciativa de rescate de archivos de  antiguas estaciones, para generar un acervo.

La misión es revivir el ferrocarril a través de las memorias gráficas y escritas,  tarea que no ha sido  fácil, debido al estado en que los documentos y fotografías fueron encontrados. La memoria histórica se sigue construyendo.

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