Limitada, investigación de cáncer en indígenas

El personal de salud no está capacitado, carece de herramientas para la toma de muestras y es largo el tiempo de espera

En muchos casos el personal de salud tiene errores en la toma de muestras, pierde resultados y expedientes e incluso tienden a brindar atención no adecuada o maltrato a las pacientes. Foto: Roselia Chaca
Especiales 12/07/2018 09:15 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 12:18

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La investigadora en sicología comunitaria de la UNAM, María Montero y López Lena,  considera que la investigación del cáncer en una población indígena es muy limitada, pero los acercamientos que se han realizado desde la máxima casa de estudios arrojan luz sobre este problema, sobre todo en el cáncer cervicouterino (CaCU), demostrando que  representa un problema de salud pública en México.

Para la doctora, las mujeres indígenas presentan mayor riesgo de morir por esta enfermedad por muchas barreras que le impiden  tomarse  la citología cervical, entre ellas las barreras estructurales que no permiten  a la paciente detectar la enfermedad a tiempo, es decir, el aspecto que está en manos del sistema de salud y el Estado.

El cáncer del cuello uterino se asocia a la infección por el virus de papiloma humano (VPH), el cual se transmite por contacto sexual y afecta a ocho de cada 10 personas (hombres y mujeres) en algún momento de la vida.

Sólo una de cada mil mujeres con infección por este virus puede desarrollar cáncer, además es la única neoplasia prevenible al 100%, pero a pesar de ello la  mortalidad  casi se duplica en las regiones indígenas de México, entre ellas el Istmo de Tehuantepec.

Barreras

Para la enfermera María Antonio, adscrita a un Centro de Salud de Juchitán, entre las  principales barreras que impiden a muchas mujeres a realizarse  las pruebas se encuentra  la falta de seguridad social, los costos económicos,  las debilidades  del sistema de salud en la entrega de resultados, falta de insumos y reactivos para las tomas, y  escaso personal capacitado.

Además de la falta de intérpretes, la enfermera considera  que lo más delicado en el tema es que en los espacios de salud no se cuente con los materiales para la  toma de muestras, como los  espejos vaginales, y la tardanza en el proceso de diagnóstico,    de dos a tres meses que son valiosos para la vida de la paciente.

“De qué sirve que tengas un traductor, que te explique la enfermedad y el proceso de tratamiento, si  te van a entregar los resultados  hasta dentro de  dos meses  porque no hay  citotecnólogos, de qué sirve un traductor  si la que tiene cáncer no se puede atender correctamente”, asevera la enfermera.

Agrega que se trata de procesos largos. “Desde que le toman las muestras hasta hacer cita con el oncólogo en la ciudad de Oaxaca y para entonces ya pasaron tres o cuatro meses, creo que ahí está una gran debilidad del sistema de salud”, explica.

Sin preparación y escasez

Para Natalia Sicarú Torres, representante del Centro de Atención a la Mujer Istmeña, durante los más de 15 años que tiene la organización trabajando con mujeres indígenas de  la región y hasta del estado de Chiapas, realizando campañas de detección de cáncer,  ha detectado que las mujeres que llegan hasta la organización denuncian la falta de materiales en los espacios de salud público.

Además, tienen registrado que a pesar  del largo tiempo de espera,  en muchos casos el personal de salud  tiene errores en la toma de muestras, pierde  los resultados y expedientes; son pocos los miembros del personal los que están especializados  e incluso tienden a brindar atención no adecuada  o maltrato a las pacientes.

Sin recursos para seguir

Para rematar, a las pacientes que se les detecta el cáncer son enviadas  a la capital de Oaxaca y a la Ciudad de México para tratamiento, es ahí donde se atoran porque no cuentan con el recurso económico para tratarse, aunque sea el tratamiento gratuito, necesitan  movilización, hospedaje, comida y  medicina.

“Hemos recibido durante muchos años en la organización y en la clínica particular a mujeres que además de venir con la enfermedad avanzada, vienen golpeadas por sus parejas”, señala.

“Tenemos registros de casos de pacientes que no tienen dinero para el tratamiento, ya saben que tienen la enfermedad, pero ¿Cómo tratarlo, cómo pagar el viaje a la capital?, así que muchas lo dejan, ahí es donde entran las ONG de mujeres, las fundaciones, donde el sistema de salud falla”, agrega  Sicarú Torres. 

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