En la Sierra Mixe nació bastón de mando de AMLO

Especiales 16/12/2018 15:40 Lizbeth Flores San Pedro y San Pablo Ayutla, Oax.- Actualizada 13:06

La vara que mide un metro está hecha de cedro tallado y la figura de Quetzalcóatl es de pino; el Presidente será consagrado periódicamente

Para Domingo Matías el último martes de noviembre parecía un día normal. Se encontraba en su taller de carpintería que atiende desde hace 17 años. Jamás imaginó que al finalizar el día tendría una encomienda histórica: elaborar el bastón de mando para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

De las manos de este carpintero mixe, habitante de San Pedro y San Pablo Ayutla, en la Sierra Norte, nació la vara de madera de cedro y pino que representantes de pueblos originarios le entregaron al tabasqueño en una ceremonia el 1 de diciembre en el Zócalo de la Ciudad de México.

Dos semanas después de haber sido entregada, el carpintero aún mantiene el orgullo de haber labrado el bastón y la cabeza de Quetzatcóatl que lo adorna; cuenta a EL UNIVERSAL que es la primera ocasión en que una de sus piezas sale de Oaxaca.

“Fue una sorpresa, me da mucho orgullo. Fui afortunado de hacerlo”, expresa el hombre de 47 años.

Domingo narra que aquel martes fue el ex diputado local Alejandro Martínez quien le pidió tallar la vara para López Obrador. El encargo llegó apenas cuatro días antes de la toma de posesión y lo hizo en un día y medio.
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Aunque en Ayutla los bastones de mando son sencillos y sólo en algunas ocasiones llevan un escudo, a solicitud del cliente, la del Presidente incluye la figura de Quetzalcóatl, dios de la cultura mesoamericana que representa esperanza.

Además, a diferencia de los bastones tradicionales que van de 40 a 60 centímetros de largo, de acuerdo con el grado de autoridad, la vara entregada a López Obrador mide un metro: el mango fue tallado en cedro y la cabeza del dios emplumado, en pino. El trabajo costó mil 200 pesos, lo justo a consideración de Domingo.

Luego de haberse desempeñado como autoridad local varias veces desde 1992, al hacer el bastón, Domingo sabía la gran responsabilidad que se le estaría otorgando al Presidente; el primero en recibir esa distinción.
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Domingo confía en López Obrador y espera que honre a los pueblos originarios después de haber asumido la responsabilidad de “mandar obedeciendo al pueblo”.

“Lo que queremos es que él respete nuestra autonomía, nuestro territorio como indígenas porque el bastón significa mucho”, agrega.

Espera que el gobierno federal intervenga para solucionar el conflicto agrario que mantiene Ayutla con sus vecinos de Tamazulápam del Espíritu Santo y que ha provocado que desde hace 18 meses, 5 mil habitantes no tengan acceso al agua.

Gobernar por pueblos originarios

En Oaxaca no sólo nació el bastón de mando, sino también el interés por realizar la ceremonia de purificación al nuevo Presidente, relata Carmen Santiago Alonso, la oaxaqueña que junto con Longino Hernández, de Guerrero, entregó el símbolo de poder a López Obrador el 1 de diciembre.
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Carmen Santiago, directora del Centro de Derechos Indígenas Flor y Canto y una de las representantes de los pueblos indígenas, se reunió con el presidente López Obrador en Guelatao de Juárez el 12 de mayo, mientras estaba en campaña. Ese día le entregó un pliego de demandas y soluciones para el respeto de los derechos de los pueblos originarios.

Fue en ese encuentro cuando el mandatario mexicano se comprometió con los representantes de organizaciones civiles y autoridades locales a gobernar para los pueblos originarios del país.

Después de esa reunión, convocada por el ahora presidente del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, Adelfo Regino, cuenta que le surgió el interés por realizar una ceremonia de purificación para López Obrador, aunque en un principio visualizó el ritual en Monte Albán.

“Hemos escuchado y visto en su mirada la profunda necesidad que tiene de transformar al país”, dice.
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Según cuenta, después de los resultados de la elección continuaron organizándose con Adelfo Regino, quien en octubre definió que la ceremonia de purificación y la entrega de la vara sería el 1 de diciembre.

Para ello, la comisión conformada por 13 personas se preparó con ayuno y oración durante más de un mes. La mujer zapoteca asegura que de Oaxaca se logró el consenso de más de la mitad de los 16 grupos étnicos del territorio, incluyendo al pueblo afromestizo. El resto no se consiguió, explica, por falta de tiempo.

Este apoyo hacia el Presidente, dice, continuará en Oaxaca porque los mismos representantes de los pueblos originarios lo respaldarán espiritualmente con ceremonias para fortalecerlo durante su sexenio.

Los rituales serán cada tres meses en distintos centros ceremoniales de la entidad, en los cuales participarán médicos tradicionales, con el fin de seguirlo “consagrando”.

“Durante estos seis años lo vamos a acompañar espiritualmente, es necesario porque palpamos que alrededor de él hay muchas energías negativas”, dice Carmen. Aunque las ceremonias no contarán con la presencia de López Obrador, su planeación comenzará desde enero y la primera se llevará a cabo en marzo de 2019.

Choque de opiniones

Aunque de Oaxaca surgió este apoyo, hay representantes de otras comunidades que consideran inapropiada la entrega de la vara de mando, al señalar que ocurrió fuera de territorio indígena y de forma generalizada, cuando cada grupo étnico tiene su propio ritual.

“El evento es, de alguna manera, poco apropiado, no inadecuado. Realizarlo fuera de su contexto significa faltarle al respeto a cada exposición ritual y simbólica de cada pueblo originario. Su realización debió haber sido de cada pueblo en su territorio”, considera Jaime Martínez Luna, ex síndico municipal de Guelatao y reconocido líder indígena.

Al respecto, Carmen Santiago, directora de Flor y Canto que organizó la ceremonia, considera que ahora le corresponde a ellos estar vigilantes de esa responsabilidad entregada a López Obrador.

“Es digno de entregarle el bastón [al Presidente] y es comprometerlo porque queremos que nos tome en cuenta, que no pasemos desapercibidos y que no nada más seamos folclor”. EL UNIVERSAL Oaxaca

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