En el Istmo nace una arquitectura del miedo

Los afectados reconstruyen sin asesoría y con reforzamientos que no garantizan mayor seguridad ante los sismos: expertos

De acuerdo con especialistas, en el Istmo de Tehuantepec de cada 10 casas tradicionales sólo dos recuperaron su arquitectura original, las demás se levantan a base de concreto.
Especiales 19/03/2018 14:45 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 14:46

La esquina que hacen las calles Ignacio Zaragoza y José F. Gómez en la Quinta  Sección de Juchitán aún  conserva una cruz verde de madera, pero de la casa blanca con techos  de teja  no queda rastro. Sin abarcar todo el terreno, sobre el lugar donde estaba, ahora  se levanta un bloque de cemento sólido.

La escena se repite en estas calles.  Una casa  de pie, otras dos no. Desde hace seis meses los manchones grises acaparan toda la imagen urbana de esta zona devastada por los sismos de septiembre.  El rostro de Juchitán, sobre todo en las secciones donde se concentran las casas tradicionales, sigue cambiando conforme pasan los días.  Las casas grises se levantan lentamente. Arena,  tierra y  escombros siguen ocupando casi todo lo ancho de las calles; todos protestan, pero nadie puede cambiarlo.

No hay una cuadra intacta. La vieja táctica de ubicar una calle, un domicilio o una familia guiándose por las casas y su arquitectura  ya no es factible.  Según las previsones, quizás en otros seis meses las esquinas de las avenidas tomen nuevos colores, pero por ahora todo es gris y hasta los mismos habitantes se pierden y desubican.

De cada 10 casas tradicionales sólo dos recuperaron su arquitectura original, las demás se levantan a base de concreto. Es una reconstrucción basada en el miedo.

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Las nuevas formas de construir

El ingeniero Domingo Castillo tiene 30 años de experiencia  supervisando y construyendo viviendas en toda la región del Istmo de Tehuantepec, así que después del terremoto vio un aumento en la solicitud de  servicios de especialistas en  construcción, como arquitectos e ingenieros.

En estos seis meses, este ingeniero está convencido que en el Istmo  se está construyendo una arquitectura en función del miedo. Aunque muchos repiten las mismas estructuras, en muchos casos  por falta de recursos, pues  lo otorgado por el gobierno  alcanzó;  un mayor porcentaje de damnificados le están apostando a cambiar el adobe por el cemento, y  a reforzar mejor sus cimientos y castillos.

“Cambió su forma de construir, meten más varillas,   están metiendo  más estribos para mejorar la estructura (...) y aún los que no están cambiando están metiendo en las casas  cuatro varillas en los castillos, inclusive seis varillas”, indica.

Pero, aunque se podría pensar que el cambio de materiales no puede ser sino benéfico, el ingeniero está convencido que muchos de los damnificados  están exagerando y sin consultar a especialistas  están   metiendo elementos estructurales  sobre lo ya  reforzado.

Es el temor a un nuevo sismo, explica,  lo que los  obliga a sobre reforzar sin razón alguna, lo que se traduce  en mayores costos: miedo-seguridad-consumo.

 Falta capacitación

 Pero el miedo no es suficiente para mejorar las prácticas de construcción y menos para detener la fuerza de un sismo.   Filiberto Lara, ingeniero civil de la Universidad Metropolitana de la Ciudad de México, indica que aún cuando se busca reforzar las construcciones    se están repitiendo los modelos estructurales anteriores.

Durante su estancia de cinco meses en Asunción Ixtaltepec, donde construyó una casa de superadobe, el ingeniero asegura que  pudo observar que algunas  personas sí están reforzando muros y aplanando paredes dañadas   con malla electroforjadas, con la idea de detener las ondas sísmicas, pero calcula  que  apenas representan  30% quienes lo hacen de esta forma.

El resto de damnificados, indica, entiende que se trataba de construcciones débiles  y meten   más varillas a las construcciones; no obstante, señala que     en ciertos puntos donde se unen las trabes con los castillos debe ponerse mayor cuidado e incluir   anclas: escuadras  dobladas para que se  enlacen bien la  trabe con la columna y así trabajen en conjunto; de no hacerlos, advierte, se están reproduciendo los mismos errores en las nuevas casas.

El ingeniero atribuye estos fallos a que no existió orientación  en el proceso de autoconstrucción, pues  “no hubo una  capacitación previa”. A ello agrega que tanto los albañiles de la región,  como los que llegan de Veracruz y Chiapas, no cuentan con los conocimientos técnicos para garantizar las solidez de las viviendas que se levantan.

El especialista calcula que tan sólo en las nuevas construcciones  de Ixtaltepec  están trabajando al menos 600 albañiles de varios estados, de los cuales más de la mitad sigue con la misma fórmula: “sin reforzar, sin mejorar, sin asesoramiento, sin una guía especializada”, bastándose sólo con sus conocimientos empíricos.

 “En muchos casos he visto que sólo doblan las esquinas, pero cuando vengan los temblores  no contendrán las ondas sísmicas.  El albañil sigue trabajando en forma tradicional, pero mi recomendación  es que le alarguen las puntas de las varillas,  eso es suficiente para que trabajen  y resista más”, aconseja.

“Aquí debió  intervenir el Estado, pero no,  los albañiles   simplemente hacen lo que saben hacer, lo que siempre hicieron”, detalla el ingeniero, quien considera que lo que pasa en Ixtaltepec puede estarse repitiendo en toda la región. Reclamos

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