Estudiantes levantan prepa que se dañó con el sismo en Ixhuatán, Oaxaca

Con barro y sus propias manos acondicionan la escuela José Martí en Ixhuatán, misma que sobrevive del cooperativismo y a la cual el gobierno federal no incluyó en el censo, pese a que los estudiantes son de bajos recursos

Foto: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL
Especiales 22/01/2019 17:30 Roselia Chaca San Francisco Ixhuatán, Oaxaca Actualizada 17:31

Guadalupe no titubea al frotar el barro en la pared del domo que se convertirá, a partir del 25 de enero, en el centro informático de la Preparatoria por Cooperación José Martí.

Sabe la consistencia que debe tener la masa, ella y sus compañeros la preparan y colocan como recubrimiento al interior del salón para mantener un ambiente fresco durante las  clases, pues afuera hay  temperaturas de hasta 40 grados.

Guadalupe García es originaria de San Francisco Ixhuatán, tiene 18 años y es alumna del quinto semestre de preparatoria. Son días de descanso obligatorio, pero ella está comprometida con su participación en el comité estudiantil encargado del domo.

En unos meses, Guadalupe  concluirá sus estudios  y buscará estudiar en una universidad de Chiapas, por eso le llena de ilusión dejar parte de su esfuerzo en el nuevo salón: quiere contribuir con su comunidad, mediante la reconstrucción de su preparatoria.

Como ella, los 117 alumnos que integran la plantilla de la escuela participan en su tiempo libre en la reconstrucción del inmueble  de  37 años de antigüedad que sufrió severos daños  aquel  7 de septiembre del 2017, cuando un terremoto sacudió al Istmo de Tehuantepec.

Los preparan para quedarse. Esta preparatoria se localiza en la entrada de San Francisco del Mar y  es única en su tipo en Oaxaca, pues su  objetivo es formar jóvenes que quieran quedarse en sus comunidades y participar en su proceso de desarrollo.

Los docentes  que  laboran ahí  sólo  reciben un pago simbólico de 20 pesos la hora de clases, todos tienen un empleo formal de manera alterna.  Aceptan esta paga  porque los alumnos son de bajos recursos y la preparatoria es una alternativa ante la deserción, ya que sólo se paga 250 pesos al mes.

Por este compromiso social, la  mayoría de sus egresados son maestros y participan en el proceso educativo de la región. Además, hace cuatro  años    los alumnos tuvieron una gran participación en el proceso de información contra las mineras en la zona oriente del Istmo y  lograron  que los productores de mango se les unieran y se declararan contra las  concesiones entregadas  por el gobierno federal a una  empresa canadiense.

Sin financiamiento 

Aunque forma parte  de la Coordinación General de Educación Media Superior y Superior, Ciencia y Tecnología, la preparatoria  no recibe recursos de la federación por ser considerada “particular”. Sólo cuenta  con  apoyo de  universidades y sus propios alumnos.

Los cuatro salones y  el espacio administrativo que resultaron dañados  fueron demolidos tres meses después del sismo, pero fue hasta agosto de 2018 cuando  juntaron el dinero para remover los escombros. Para octubre, la Universidad Lasalle les construyó  cuatro aulas, edificios que les serán entregados este 25 de enero.

Durante todo este tiempo  los  alumnos recibieron clases bajo lonas, luego se organizaron y  construyeron dos aulas provisionales de ladrillo, madera y lodo. Reutilizaron  murillos y  tablas de  casas  que se cayeron en Ixhuatán; ellos fungieron como arquitectos y albañiles.

Además, crearon con madera y lodo su cabina de radio y la  Universidad Autónoma  Chapingo les donó la estructura de acero  para el  domo que Guadalupe y sus compañeros forran con lodo. 

“Aquí no vino Iocifed [Instituto Oaxaqueño Constructor de Infraestructura Física Educativa] o el IEEPO [Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca]  a derribar ni a construir nuestras aulas,  aquí los alumnos, maestros y padres de familia levantamos los salones  provisionales”, explica Manuel Antonio Ruiz, director del plantel.

De alguna forma, dice, el terremoto “permitió demostrar que somos autosuficientes, que podemos levantarnos sin el apoyo gubernamental, aunque tenían la obligación. Aquí seguimos preparando jóvenes  socialmente responsables”.

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