Los árboles del hule, que alcanzan hasta los 25 metros de altura, ofrecen una producción de 35 años para el campesino; la primera producción se obtienen después de siete años.
Antes de la primera zafra, huleros de los 12 municipios productores aprovechan la tierra entre cada hilera de árboles como campos para sembrar maíz o frijol.
El periodo ideal para la pizca de hule es entre los meses de julio a febrero, la cual debe realizarse sin lluvia y sin la intensidad del sol, así el proceso es más rápido y evita que el hule se seque cuando se realiza el corte a los árboles.
El hombre confiesa que en sus inicios como productor de hule lo invadió la desesperación por el largo periodo para tener la primera cosecha. Tener dinero en seis meses por el corte de caña parecía una mejor inversión, pero en ese tiempo aprovechó el campo para intercalar las siembras.
“A partir de que hay hule, cada semana hay una lanita, mientras, también ya tuviste para comer de otros cultivos”, expresa el campesino de Tuxtepec, quien comparte esta experiencia con sus compañeros productores de San Miguel Soyaltepec, Cosolapa, Acatlán de Pérez Figueroa, Valle Nacional, San José Chiltepec, Ayotzintepec y Santa María Jacatepec.
En 1964, Pablo Flores comenzó con dos hectáreas de hule, relata que tiempo después el gobierno federal estableció que el pequeño productor debía tener como mínimo tres hectáreas para recibir apoyos y para que valiera la pena el tiempo de espera. No obstante, sólo una vez ha recibido ayuda en más de 50 años que lleva como productor.