Sobrevivir a vientos huracanados, la vida de damnificados en Juchitán

Municipios 12/12/2017 14:40 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 09:48

El Frente Frío número 14 ha derribado tráileres, estructuras de cemento y casas de lonas en el Istmo de Tehuantepec

Fotos: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL

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Los hermanos Juan y Lorenzo López Chiñas se resguardan en una casa de lámina; las ráfagas de viento de más de 170 kilómetros chocan en toda la superficie del refugio provisional, haciendo fuertes ruidos por las noches.

El sonido no los deja dormir a gusto, temen que en una de esas, la fuerza que cargan los vientos comparados a los huracanes categoría dos, les arranque las láminas y desnude la casa de estructura metálica, la que con mucho esfuerzo construyeron con 30 mil pesos del dinero del Fonden.

Juan tiene 73 años y de oficio tejedor de trajes de cadenilla, de los últimos que existen en la región del Istmo de Tehuantepec. El terremoto lo agarró en la hamaca en medio de su casa de teja. No pudo moverse, se aferró a los hilos hasta que las paredes empezaron a desprenderse y cayó al suelo; sobre él la viga de madera que hizo el triángulo de la vida y lo cubrió. De milagro vive.

Juanito, como lo conocen, llora cada vez que recuerda el terremoto. Con un problema de sordera se complica la comunicación con la gente, así que con mucha dificultad explica lo que vivió y muestra los moretones en el cuerpo.

“Vi la muerte cerca esa noche. Perdí todo, mi casa y lo más valioso que tengo; mis máquinas de coser, de hacer cadenilla, la que compré hace más de 50 años. La que me mantiene y da de comer. Gracias a Dios una señora en Estados Unidos envió dinero y recuperé una de las máquinas y comencé ya a trabajar”, comenta Juanito desde su hamaca.

Y efectivamente, la doctora Gabriela Pérez Báez, investigadora del Instituto Smithsoniano de los Estados Unidos, supo de su caso y le apoyó en la recuperación de su máquina, con la que volvió a emprender su trabajo de tejedor y reactivar su economía, la que estuvo paralizada durante tres meses.

A lo lejos Lorenzo, su hermano, lo observa sentado, a su lado una máquina de oxigeno está listo para ser conectado a sus fosas nasales. El anciano de 81 años sufre de asma, así que el clima que azota la región no es la ideal para él, al contrario duerme enchufado a la máquina eléctrica.

Los 17 grados con una sensación de 10 grados, lo obligan a usar doble chamarra por las noches y a veces el frío paraliza sus extremidades, a pesar de vivir debajo de una casa de lámina que aminora el impacto de las bajas temperaturas su salud se ha visto deteriorada en los días del Frente Frío número 14 que ha derribado tráileres, estructuras de cemento y casas de lonas.

Juan y Lorenzo forman parte de las 14 mil familias que se quedaron sin casas o vieron afectadas sus viviendas en el municipio por el terremoto y se refugian del frío debajo de casas de láminas, lonas y tiendas de campañas.

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