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Un abundante arroyo y verdes campos fueron el motivo principal para que una nueva comunidad naciera hace casi 80 años bajo “los principios de Dios”, donde la religión fuera evangélica, específicamente Pentecostal. Hoy, cerca del 65% de sus habitantes mantiene vigente este mandato.

Aquí en Bethania —que significa “lugar de descanso” o “casa de Dios” y que hace referencia a una ciudad en tiempos de Jesucristo—, está prohibidas las cantinas y  la venta de alcohol, pero ahorauna reducida población ajena a la fe de la mayoría busca imponer sus leyes.

Aunque no tienen calles pavimentadas, para más de mil 200 habitantes, de un total de mil 866, esta tierra ubicada a más de 30 kilómetros de Tuxtepec es el paraíso, pues hasta cuentan  con una hermosa cascada a orilla de la población, la cual se ha vuelto en atractivo turístico.

Nace un pueblo de fe

El pastor evangelista Rubén Arcos Ríos, originario de Veracruz, fundó esta comunidad en 1938.  “Se trató de un mandato de Dios, le dijo que buscara una tierra fértil, con abundante agua”, es la versión de sus pobladores, donde las mujeres adultas evitan vestir con pantalón.

Isaías Arcero Cruz, de 87 años de edad, llegó en 1944 a Bethania, cuando tenía  14 años. La mujer afirma que la comunidad se formó para puros evangélicos. “Mi familia se sentía feliz de llegar a un lugar sano, alejado de maldad, a pesar de ser un pueblo con apenas seis casas”, explica.

Ser parte de Bethania implicó en sus inicios un compromiso para sus pobladores, pues  quienes llegaban debían firmar un documento en el que aceptaban las políticas del pueblo, aunque no formaran parte de la religión.

En Bethania existen cuatro templos evangélicos, uno de Testigos de Jehová y otro católico, religión de la que forman parte 286 habitantes, según datos del Instituto  Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). La cifra indica la particularidad de este pueblo don los católicos son minoría, algo poco visto a nivel estatal. De acuerdo  con  un  censo del año  2010, en Oaxaca 457 mil 333 personas profesaban una religión distinta a la católica, mientras más de dos millones 700 eran afines. 

En esta agencia es normal escuchar a las personas saludar a los demás como “hermana” o “hermano”, así como reunirse tres veces por semana en los templos. El resto de los días,  se dedican al cultivo del limón, principalmente; siembra que desplazó al chile ante la falta de mercado para su comercialización sin intermediarios.

Pecado y perdición

Con el paso del tiempo, cada vez más personas se establecieron en la comunidad sin el compromiso de respetar las políticas religiosas y sociales, debido a ello desde hace 30 años, afirma la vecina Petra Carrasco, las condiciones de tranquilidad han cambiado con la llegada de personas ajenas a las creencias evangélicas, a quienes la población de edad  atribuye los robos.

Isaías Arceo relata que poco a poco los delitos y la “perdición” se notan más, debido a que de  forma clandestina llegó el alcohol a Bethania. Ahora, la comunidad evangélica se encuentra angustiada porque en una casa, algunos pobladores se reúnen a beber cerveza. Situación que se busca detener desde el ámbito legal.

Las fiestas con alcohol están prohibidas en el salón de usos múltiples de la población. Sólo pueden realizarse en domicilios particulares y bajo una firma de responsabilidad. Esto se oficializó  en el reglamento interno desde 1996. Ahí se prohíbe la venta de alcohol y actividades que impliquen las  apuestas, como peleas de gallos o carreras de caballos.

Todo esto se hace para preservar su paraíso, coronado con las cascadas de Bethania. Se trata de pequeñas, pero abundantes caídas de agua que cada temporada de lluvias muestran su belleza. Las cristalinas aguas son el motivo para que cientos de personas acudan a la comunidad durante las vacaciones de verano.

El lugar es virgen, sin construcciones de ningún tipo cercanas al espacio escondido entre la vegetación; aunque las autoridades locales están interesadas en formalizar algún proyecto ecoturístico, hasta ahora no han tenido algún apoyo.