Pesticidas, el veneno que se queda hasta 5 décadas

Un estudio arrojó que madres y recién nacidos de la localidad presentan residuos de DDT en la sangre

El investigador Édgar Olivas precisa que el organoclorado más frecuente que se detectó en la población estudiada fue el metoxicloro, prohibido en Estados Unidos en 2003 y en Europa en 2002, el cual estaba en 73% de las mamás muestreadas (FRANCISCO RODRÍG)
Nación 01/04/2019 14:15 Francisco Rodríguez Gómez Palacio, Durango Actualizada 14:19

Un estudio de la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) encontró en la sangre de madres embarazadas y niños recién nacidos, residuos de pesticidas organoclorados que se aplicaron en cultivos en la zona de La Laguna hace tres, cuatro o hasta cinco décadas.

Édgar Olivas, investigador de la UJED y quien encabezó el estudio, explica que se estudió a 60 embarazadas y 60 hijos recién nacidos en 2017 de comunidades de La Laguna de Durango, a quienes se les detectaron concentraciones de insecticidas como el DDT.

“Se les hizo la evaluación y encontramos que sí existen concentraciones; en algunos casos cantidades mínimas, pero no podemos decir que son inocuas”, explica el especialista.

El estudio halló, por ejemplo, que algunas mamás tenían concentraciones de DDT de 24 nanogramos por mililitro en la sangre y en recién nacidos hasta 30 nanogramos. De endosulfán, hasta 13 nanogramos en madres y 20 en bebés; y de metoxicloro, hasta 70 nanogramos en madres y 55 nanogramos por mililitro de sangre en recién nacidos.

“Sí es mucho, no debe haber en un recién nacido nada”, detalla el investigador Édgar Olivas. En promedio tanto a madres como bebés se les detectaron concentraciones de cinco a siete organoclorados distintos. “Es de llamar la atención. El DDT, obvio, es el que más preocupa”, añade.

Dichos pesticidas, que se aplicaron en la época de bonanza del algodón en la región hace décadas —cuando se llegaron a cultivar hasta 100 mil hectáreas del llamado “oro blanco”—, persisten en el ambiente. “Son cantidades a lo mejor mínimas, pero es el punto al que queríamos llegar”, argumenta Olivas.

Permean residuos en suelo

Mario García Carrillo, profesor investigador del departamento de suelos de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), recuerda que en aquel tiempo, cuando se utilizaron de forma intensiva esos insecticidas para el control de plagas, realizaban hasta 10 o 15 aplicaciones por ciclo agrícola y podría ser la causa de su persistencia.

“El suelo es un almacén de esos compuestos y duran muchos años, hasta 50 años”, explica García Carrillo, especialista en suelos. Refiere que muchos de esos plaguicidas fueron prohibidos en los 70 y 80, pero algunos otros productos organoclorados, como el endosulfán, se usan aún en el país de forma común.

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El investigador de la UAAAN ha realizado estudios en el suelo donde halló residuos de distintos plaguicidas como el DDT. Agrega que los plaguicidas son moléculas que no existen en la naturaleza, son sintéticas. En su momento fueron ventajosas para los cultivos agrícolas porque acababan con las plagas. “Pero a veces eso es más peligroso. El DDT se aplica y se va descomponiendo en metabolitos que son más persistentes, estables y peligrosos que el original”, advierte.

El problema, añade Mario García, es que los residuos cuando están en el suelo no se quedan en el lugar, sino se mueven a los cuerpos de agua como las presas o se infiltran en el agua subterránea.

Más investigaciones

El investigador Édgar Olivas aclara que el estudio que hicieron fue piloto, pero considera necesario triplicar la muestra, ya que tiene la hipótesis de que si el estudio se amplía a más zonas rurales, quizá las concentraciones de pesticidas en la sangre serían mayores.

Según los resultados de la investigación, el organoclorado más frecuente fue el metoxicloro, prohibido en EU en 2003 y en Europa en 2002, el cual estaba en 73% de las mamás muestreadas. En recién nacidos, ocho de cada 10 tenían el transclordano gama.

Además, menciona que a los pocos bebés que se les detectó el dieldrín —un pesticida prohibido que se usó extensamente en las cosechas de algodón y maíz—, tenían altas concentraciones de este tóxico, inclusive más que las madres.

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También se halló que los recién nacidos con bajo peso tenían mayores concentraciones de DDT y el endosulfán. “Lo ideal es que no hubiera nada de concentración en la sangre”, dice Olivas. “Es ahí donde queda la interrogante, hay que ver qué sucede con los niños, si hay una asociación entre más compuesto traigas, sí hay evidencia científica donde sí influye en el peso al nacer”, afirma el especialista.

Édgar Olivas menciona que se ha relacionado la contaminación de organoclarados en la sangre con afectaciones al déficit del desarrollo neurológico en niños recién nacidos. Explica que los organoclorados suelen acumularse donde hay mucha grasa, como en el cerebro, lo que provoca un riesgo de que los niños tuvieran problemas de aprendizaje en la escuela o algún problema cognitivo. Édgar Olivas entregó los resultados a la Jurisdicción Sanitaria de Gómez Palacio, Durango.

EL UNIVERSAL acudió con el sector salud para dar seguimiento al estudio, pero ni el jefe de la Jurisdicción ni la encargada del departamento de Epidemiología ni el director de la Comisión para la Protección Contra Riesgos Sanitarios de Durango tenían información.

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