“Llevar muertos”, intercambio para celebrar la vida

Oaxaqueños visitan a sus parientes para llevarles pan de muerto y otros presentes

Foto: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL
Sociedad 31/10/2017 13:24 Yuridiana Sosa Oaxaca Actualizada 13:24

En la región de los Valles Centrales de Oaxaca se conserva y alienta una antigua tradición del Día de Muertos que consiste en estrechar los lazos familiares a través de la comida y la bebida. Se trata de una herencia de siglos que persiste y se transforma con los años.

Las familias, principalmente  zapotecas, dedican estos días a  celebrar el encuentro de los vivos con los muertos en  un rito cultural propio que ha pasado de generación en generación. Aquí la gastronomía oaxaqueña, y particularmente la de cada familia, es la protagonista del intercambio, donde la alegría de reencontrarse con  las almas de sus familiares en el mundo terrenal se impone a la tristeza de la pérdida de un ser querido

Consiste en la  costumbre  de obsequiar a parientes una  muestra de las viandas que integran la ofrenda de muertos familiar; esta entrega se hace casa por casa, de ahijados a padrinos y entre compadres.

“Llevar los muertos” es la columna vertebral de la celebración de los fieles difuntos en diversas comunidades del centro del estado, como lo es San Jerónimo Tlacochahuaya, ubicada a unos 17 kilómetros de la capital. De acuerdo con la tradición, la noche del 31 de octubre comienzan a llegar las almas de los difuntos a los hogares, una vez que se colocaron los respectivos altares. El  1 de noviembre es la fecha   de la tradición zapoteca. Después del mediodía, las calles de la población, como de la mayoría de los  Valles Centrales, son un ir y venir de familias que se reencuentran.

Caminan a prisa, con seriedad, casi con luto; una canasta hecha de carrizo, una olla de asa o un recipiente de plástico, son la carga. Van a la casa de algún familiar o compadres.

Mole, chocolate, pan, naranjas, manzanas y mezcal son, entre otros, los alimentos que componen la voluntad a entregar a un pariente en su casa, en donde se llevará a cabo un convivio en honor a los muertos. Al término de la comida que ofrece el anfitrión, éste devuelve una ofrenda similar a los asistentes.

Al culminar,  los invitados volverán a prisa  para preparar otra canasta y las que sean necesarias; casi siempre, la visista  para “llevar muertos”, se extiende hasta  la noche.  Se trata de  una costumbre ancestral; los mayores de cada familia sólo recuerdan que desde niños celebran de esta forma a sus muertos, manera que han pasado a sus hijos, nietos y bisnietos.

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