Salvación y castigo. Sismo trajo agua y alejó turismo de Oaxaca

En el manantial de Tlacotepec el agua brota más de lo normal, pero ni eso atrae a los visitantes

El Ojo de Agua de Tlacotepec es un balneario natural que se alimenta de un manantial, cerca de la antigua fortaleza de Guiengola; desde el terremoto del 7 de septiembre perdió a muchos visitantes. (EDWIN HERNÁNDEZ. EL UNIVERSAL)
Municipios 19/11/2017 09:00 Christian Jiménez Magdalena Tlacotepec, Oaxaca Actualizada 16:11

En Magdalena Tlacotepec los sismos de septiembre trajeron más agua a los veneros que alimentan el manantial de la comunidad. A diferencia de lo que pasó en Morelos y Chiapas, donde los terremotos secaron las fuentes naturales o desviaron el curso de ríos, en el Ojo de Agua de esta localidad del Istmo de Tehuantepec el liquido no para de brotar de la tierra; pero ni siquiera por eso han regresado los turistas, que antes de los terremotos impulsaban la economía local.

El Ojo de Agua de Tlacotepec es un balneario natural levantado alrededor de un manantial de agua dulce, localizado cerca de la antigua fortaleza zapoteca de Guiengola. El agua de ese manantial nace en una oquedad ubicada al pie de árboles frondosos; luego, fluye transparente y a lo largo de su cauce se han acondicionado albercas y chapoteaderos. Ahora, el mantial está casi vacío de viajeros.

Inocencio Reyna Álvarez, suplente del consejo de vigilancia, dice que de alguna forma el terremoto fue salvación y castigo, pues antes de los temblores el nivel del agua había bajado. Luego del primer sismo, el mismo que dejó 78 muertos sólo en el Istmo, el agua comenzó a brotar con más fuerza. Explica que los días posteriores el nivel del líquido aumentó y el manantial comenzó a rebosar de agua.

A pesar de que los habitantes intuyen algún fenómeno geológico como origen de este incremento en la “nacida del agua”, Inocencio dice que no han sido orientados por especialistas, pues nadie ha acudido a revisar los veneros de donde brota el agua.

Más agua pero menos turistas

Ni el crecimiento del manantial ha logrado atraer a los viajeros, las visitas se desplomaron un 80% desde que ocurrió el sismo del 7 de septiembre, y continúan a la baja por todas las replicas que aún se sienten. Inocencio dice que es el turismo local el que se extinguió, pues los lugareños de pueblos y comunidades cercanas que acudían a refresacarse a las aguas del manantial no han vuelto desde que rugió la tierra. Por ahora quienes arriban a la zona son excursionistas procedentes de otras entidades.

“Mucha gente se quedó sin casa, principalmente en los pueblos vecinos como Ixtaltepec y Juchitán, municipios de donde llegaba el mayor número de visitantes, pero al quedarse sin casa, ni dinero, el aspecto recreativo queda de lado”, lamenta.

Antes de los terremotos, cada sábado el Ojo de Agua recibía ganancias hasta por 8 mil pesos, una suma importante si se considera que los comuneros que administran el lugar sólo cobran 10 pesos por pesona. En estos días, las ganancias apenas alcanzan los mil pesos diarios.

A más de dos meses del sismo, los habitantes no saben nada de algún plan de recuperación para la zona, y el lugar no forma parte del presupuesto que, a través de la federación, se asignará para la reactivación de los sitios turísticos de la entidad. “Ninguna autoridad ha venido a decirnos qué va a pasar”, expresa Reyna Álvarez.

El pasado 24 de octubre, el gobierno del estado informó que el Consejo de Promoción Turística destinó 7 millones de pesos para el impulso de destinos turísticos como Puerto Escondido y Huatulco, y otros 5 millones para la promoción de la capital del estado. Hasta el momento, no hay planes de reactivación turística para el Istmo de Tehuantepec.

En Magdalena Tlacotepec también hay edificios con daños estructurales y algunas casas colapsaron. Pese a los daños, las casas derribadas no entraron en el censo de daños, por lo que la gente intenta levantar su patrimonio por sus propios medios.

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