Y aunque operan de forma remota desde varias partes de la entidad, sus proyectos no son para ninguna empresa de Oaxaca, sino para clientes de otros estados, como Nuevo León. El motivo, explica Iván López López, uno de los socios fundadores, es que en el estados las empresas no invierten en tecnología.
“Muchas empresas creen que meterle al diseño y a la tecnología es un gasto o un lujo, cuando es una inversión”, considera el ingeniero en Computación, quien agrega que cada uno de los proyectos tecnológicos de ISTWA se cotiza a partir de los 120 mil pesos.
“A parte de la parte económica, es un poco la cultura, en Oaxaca no se están enfoncado a la parte productiva. Pocas empresas son las que se llegan a expandir, muchas llegan a tener ya su mercado, entonces dicen ‘ya estoy generando utilidades ¿por qué tengo la necesidad de usar tecnología de crecer, si no tengo ideas de crecimiento?’”, opina.
Asegura que sólo 30% de los 536 empresarios que integran la Canacintra en Oaxaca compran software y hardware a desarrolladores egresados de la Universidad Tecnológica de la Mixteca y del Instituto Tecnológico de Oaxaca (ITO): “Es poca gente, estamos hablando de que casi todos son pymes, pequeñas empresas”, explica.
Ellos son, por ejemplo, creadores de los software de las plataformas Bolsa Rosa, empresa pionera en Latinoamérica que conecta a mujeres en el campo laboral. Su trabajo consistió en ofrecerle a su cliente una opción técnica de búsqueda inteligente para la plataforma digital que integrara a 80 mil candidatas en la base de datos.
“Ya traen una idea de negocio [los clientes], la tomamos como tal, la empezamos a diseñar y entonces empezamos el proceso del software”, explica.
Esta iniciativa oaxaqueña sobrevive pese a la falta de clientes en el estado, debido a que los empresarios reconocen no invertir en tecnología para su crecimiento.
El grupo de oaxaqueños no sólo se ha abierto mercados e innovado en los proyectos que desarrolla, también lo ha hecho en su modelo laboral, pues no trabajan desde una misma oficina, sino que lo hacen de forma remota desde las diferentes regiones en las que se encuentren los participantes, platica Iván.
Aunque inicialmente ésta fue una solución para evitar gastos de operación, el modelo de home office le ha resultado favorable a su proyecto para seguir creciendo y ofrecer sus servicios a precios más competitivos a sus clientes.
“Las empresas tienen necesidades de que el mundo las vea, de que otros usuarios y clientes puedan obtener información, consultorías o productos; toda esta parte de desarrollo web está creciendo bastante”, detalla.
A dos años del nacimiento de ISTWA, sus creadores buscan obtener la certificación como empresa para expandirse y competir con otras desarrolladoras de tecnología web a nivel mundial: “Para decirle al mundo ‘¡Hey míranos!, tenemos capacidad y respaldo’, y así jalar proyectos más grandes”, anhelan.