De este modo se tragó la tierra a un niño que no sabe hablar

Héctor De Mauleón

Según la alerta, “el 30 de junio de 2020, siendo aproximadamente las 15:40 horas, el menor Dylan Esaú Gómez Pérez de 02 años de edad, fue visto por última vez en el mercado Merposur del municipio de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, sin que hasta el momento se tenga noticia de su paradero. Se considera que la integridad del menor se encuentra en riesgo, toda vez que puede ser víctima de la comisión de un delito”. 

Aquel martes, Juana Pérez, vendedora de fruta en el Mercado Popular del Sur envió a sus dos hijos, Dylan y una niña de cinco años, al cercano puesto de su abuela. Ambos caminaron por los pasillos atestados de gente. Solo la pequeña llegó.

Las cámaras mostraron más tarde que una niña de alrededor de diez años tomó a Dylan de la mano, lo sacó del mercado y se lo entregó a una mujer. Los tres se alejaron del lugar. 

A las 7 de la noche, después de poner el mercado boca arriba, Juana Pérez presentó la denuncia por desaparición. “Se la tomaron, pero no pasó nada más”, relata Juan Martín Pérez, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México, REDIM. 

Acompañada por familiares, la madre de Dylan viajó a la capital del país para pedir ayuda al presidente López Obrador. Estuvo varios días afuera del Palacio Nacional, con una manta que decía: “Andrés Manuel López Obrador, ¡Ayúdame! A encontrar a mi hijo Dylan”. 

No logró hablar con el presidente pero la historia la recogieron los medios, y la hicieron estallar a nivel nacional. 

Cuando esto ocurrió, la fiscalía general de Chiapas, que en ningún momento había entrado en comunicación con la señora Pérez, ofreció una conferencia de prensa para mostrar los supuestos avances del caso. 

El 20 de julio, la fiscalía informó que, cómo parte del operativo de búsqueda de Dylan, había descubierto en un domicilio del barrio Tlaxcala “una red de trata de menores”. Dicha red mantenía bajo su dominio a 23 menores, algunos lactantes, cuyas edades iban de los tres meses a los 15 años de edad. Todos habían sido sometidos a maltrato físico y sicológico. De acuerdo con las autoridades, todos presentaban signos de desnutrición. La supuesta “red de trata” los obligaba a vender artesanías, así como a pedir limosna en las calles de San Cristóbal. 

El golpe mediático fue espectacular. Circularon fotografías de los niños, menudearon las notas periodísticas. Se reveló que tres mujeres habían sido detenidas, y se dijo que había un vínculo entre este grupo y la desaparición del pequeño Dylan Esaú: gente cercana a esa red, era responsable del plagio.

Juan Martín Pérez asegura que el golpe mediático le permitió al fiscal Jorge Llaven presentarse como un héroe y sacar del foco de atención la búsqueda infructuosa del niño desaparecido. 

De acuerdo con el director ejecutivo de la REDIM, dos de las mujeres detenidas tenían vínculos filiales con 12 de los niños “rescatados”: 

“Son sus madres y eso cambia todo. Hay evidencia de que los explotaban, de que los ponían a vender cosas y a pedir dinero en la calle. Posiblemente hay hechos constitutivos de delito, pero eso no es una red de trata. A las autoridades, todo se les ha desmoronado, tres semanas más tarde seguimos sin saber nada de Dylan”. 

Una mujer de Simojovel, Ofelia “N”, fue señalada como la responsable de llevarse al menor. La mujer se deslindó de los hechos, y fue apoyada por su comunidad. “No fue ella quien se lo llevó. Ofelia ‘N’ no se parece en nada a la mujer que aparece en los videos”, dice Pérez. 

Según los últimos datos disponibles, de 73,300 personas desaparecidas en México, 12,300 son niños, niñas y adolescentes. Ocho de cada diez mujeres desaparecidas tienen entre 15 y 17 años. Seis de cada diez niños desaparecidos tienen entre 0 y 5 años de edad. Las niñas suelen ser víctimas de esclavitud sexual. Muchos de los niños son sacados del país con fines de adopción. 

“Las primeras horas son cruciales. Después de 72 horas lo más probable es que se pierda el rastro. Las autoridades desperdiciaron el tiempo, no atendieron a la mamá de Dylan, no siguieron el caso hasta que este llegó a los medios, no solicitaron ayuda al gobierno de Guatemala sino hasta varias semanas después, invocaron una red de trata que no lo era y solo fue un obstáculo para la búsqueda del menor”, sostiene Juan Martín Pérez. 

De este modo se tragó la tierra a un niño que no sabe hablar. Las autoridades dicen que “hay indicios” de dónde puede estar. Ofrecen una recompensa de 300 mil pesos a quien aporte información sobre el paradero de Dylan Esaú, y otros 300 mil a quien informe sobre la mujer que se lo llevó. 

Se va a cumplir un mes. En ese lapso, por cierto, siete niños, niñas y adolescentes de entre 0 y 17 años han desaparecido en México cada día.

@hdemauleon

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