El clero y la política

EL UNIVERSAL

México es un Estado laico: los distintos credos religiosos no tienen injerencia en temas políticos o de gobierno y las autoridades gubernamentales respetan por igual a las distintas asociaciones religiosas. La separación Iglesia-Estado está marcada en la Constitución Política del país.

El distanciamiento, sin embargo, se rompe de manera frecuente y tanto Estado como iglesias a veces se acercan de manera tal que la laicidad pareciera no existir.

En el país se han registrado casos de alcaldes que han entregado sus ciudades a Jesucristo, de gobernadores que dedican su estado al Sagrado Corazón de Jesús e incluso de presidentes que como uno de los primeros actos en su cargo fue acudir a un templo religioso.

En el otro lado, ministros de culto, principalmente en época electoral, han sido denunciados por inducir el voto al sugerir a sus fieles sufragar por algún candidato en específico o al “vetar” a otro.

EL UNIVERSAL publica hoy que la Conferencia del Episcopado Mexicano impartirá “talleres de construcción de ciudadanía” en las 93 diócesis del país con el fin de fortalecer las capacidades ciudadanas para que defiendan sus derechos, que los ejerzan y rechacen “todo acto de ilegalidad, corrupción, impunidad, violencia e injusticia”.

De manera irremediable sacerdotes y ministros de cualquier grey son considerados por la mayoría de sus fieles como líderes en cuestiones del espíritu y de temas más terrenales como la política. Por tanto, en ellos debe caber la prudencia y reconocer que ese “poder” para influir sobre su feligresía en todo caso debe dirigirse a la importancia de cumplir con deberes cívicos —como votar en elecciones presidenciales— y no para privilegiar a ciertos grupos políticos.

Los objetivos que plantean los talleres citados hacen énfasis en la “urgencia de una ciudadanía que fortalezca una democracia participativa y reconstruya el tejido social”. La línea que separa a dichos talleres de una probable inducción al voto es muy delgada. Tareas como las que se plantea el Episcopado las realizan actualmente organizaciones civiles. ¿Es necesario emprender ese tipo de acciones en tiempos electorales?

Una elección presidencial representa la oportunidad para que cada mexicano que decida acudir a sufragar a la casilla electoral el 1 de julio de 2018 lo haga de manera libre, sin coacciones, sino convencido de que su decisión es la mejor para él, su familia y el país, y no porque así lo recomienda un templo religioso.

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