Emilio Lozoya no pisará la cárcel

Mario Maldonado

Emilio Lozoya Austin nunca debió aceptar un cargo público. No es político, no es modesto ni tiene vocación de servidor público. Lo suyo son los negocios, la asesoría de empresas, el rush de Wall Street, las cenas con hijos de multimillonarios y con la realeza; lo suyo es coleccionar cuadros de Dalí y Picasso, los relojes Patek Philippe y los vinos caros. Esta reflexión me la han compartido una y otra vez funcionarios y empresarios que lo conocen muy bien. Por eso, supongo, en febrero pasado me aseguró que no volvería al gobierno, a pesar de que, tras su salida de Pemex, el presidente Enrique Peña Nieto le ofreció el Infonavit. Lo que le importaba –y le importa– es limpiar su imagen pública para seguir haciendo negocios por el mundo.

Ya en ese entonces el affaire Odebrecht comenzaba a hacer mella en torno a su gestión al frente de la petrolera mexicana junto con otros asuntos que reveló la Auditoría Superior de la Federación, como vuelos “injustificados” en las aeronaves de la empresa, la dudosa adquisición de activos y la adjudicación de contratos públicos. Para casi todo, Lozoya Austin tenía explicaciones y afirmaba que si alguien en Pemex cometió actos de corrupción, que lo castiguen, pero que él nunca recibió sobornos. “Que lo prueben”, retaba Lozoya, quien ya recibía asesoría del abogado Javier Coello Trejo, el llamado Fiscal de Hierro, ex subprocurador general de la República con Carlos Salinas de Gortari, sexenio en el cual, por cierto, Emilio Lozoya Thalmann, padre de Lozoya Austin, fue secretario de Energía y director general del ISSSTE.

Ayer, Coello Trejo salió a los medios a defender a Emilio Lozoya con la certeza de quien sabe que su cliente y “amigo” no pisará la cárcel, al menos no en este sexenio. “Son acusaciones absolutamente falsas”, “son chismes”, “todo es mediático”, “que lo prueben o los demando por daño moral”, “mi cliente no se ha escondido”, “se puso a disposición de la PGR hace tres meses y no lo han llamado a declarar”, “que investiguen quién sacó el dinero de las cuentas, él no lo hizo”, soltaba el abogado, consciente de que si se comprueba que el ex director de Pemex recibió las “propinas” de funcionarios de Odebrecht le va en juego también su carrera.

De todo lo mencionado por Coello Trejo, quizá lo más relevante es que prácticamente da por válido que se hayan depositado los 10 millones de dólares en las cuentas asentadas en paraísos fiscales a cambio de asesoría o favores a Odebrecht en México. Y el penalista le lanzó un reto al procurador Raúl Cervantes, quien tenía congelado el caso: follow the money.

El columnista de EL UNIVERSAL Salvador García Soto publicó que Nuvia Mayorga Delgado, secretaria de Finanzas del CEN del PRI en 2012 y posterior directora general de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, podría haber retirado los recursos depositados en las cuentas offshore. La gran pregunta es si Lozoya Austin gestionó, como lo declararon bajo juramento los testigos protegidos en Brasil, el dinero con funcionarios de Odebrecht y, de ser el caso, cómo van a acreditárselo.

Lo cierto es que Mayorga Delgado sí conocía a Emilio Lozoya. En marzo de 2014 se dejaron fotografiar en un evento en la torre de Pemex, en la Ciudad de México. Fue en una exposición museográfica y artesanal, según notas periodísticas.

Tarde o temprano este escándalo explotaría y se convertiría en un pesado lastre para el presidente Enrique Peña Nieto. Ahora, el gobierno federal tendrá que dar resultados creíbles sobre la investigación que sigue la PGR si quiere tener una oportunidad en el 2018. La pregunta es quién va a caer por este caso, porque no será Emilio Lozoya. ¿Va a ser alguno de los directivos del primer círculo del ex director de Pemex, quienes salieron de la empresa cuando Lozoya Austin presentó su renuncia? ¿Será Nuvia Mayorga o mandos medios de Pemex, quienes firmaron los contratos que le fueron adjudicados a Odebrecht?

Por ahora, es difícil saberlo. Lo cierto es que la tardanza del gobierno mexicano para dar resultados sobre el caso Odebrecht le está pasando factura.

Posdata 1. Emilio Lozoya no es Javier Duarte. Su profunda amistad con Enrique Ochoa, el presidente del PRI, cuyo gran amigo es Juan Jesús Lozoya Austin, hermano del ex director general de Pemex, y su cercanía al presidente Enrique Peña Nieto y a Carlos Salinas de Gortari hacen a Emilio Lozoya intocable, más allá de que jurídicamente se ve improbable que el gobierno mexicano logre acreditar que él recibió los sobornos.

Posdata 2. Hace unas semanas, el penalista Javier Coello citó en su despacho de la Ciudad de México a Froylán Gracia, ex coordinador ejecutivo de la dirección general de Pemex, quien como aquí le contamos se deja ver en los restaurantes y hoteles de Polanco, alardeando de sus relaciones. Le dijo, enérgicamente, que su indiscreción perjudica a su cliente.

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