¿Inhumanidad como política de Estado?

EL UNIVERSAL

A un año de la llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos, su narrativa hostil y beligerante contra casi todo, pero especialmente contra México y los migrantes, ya tiene repercusiones preocupantes en la manera como se conducen con estos actores determinados sectores de la sociedad estadounidense, pero ya no sólo aquellos simpatizantes del magnate —que en buena proporción rozan el extremismo y la irracionalidad— sino ahora también algunos actores públicos, funcionarios y empleados de instituciones oficiales.

En otras palabras, los afanes racistas y discriminatorios de Trump —que entre sus seguidores parecieran auténticas exhortaciones a violar derechos humanos de las minorías— están teniendo, como efecto del clima de intolerancia que promueve, una repercusión negativa —real y tangible— en el funcionamiento y las políticas del Estado.

Es el caso de lo que ocurre, ahora sabemos que cotidianamente, en la frontera entre México y EU, denunciado el pasado 18 de enero por la organización No Más Muertes: la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos no sólo interfiere rutinariamente con su tarea humanitaria en el desierto de Arizona, sino que inutiliza el agua, los víveres y las mantas que dejan para los inmigrantes indocumentados que lo cruzan.

En su informe Interferencia a la Ayuda Humanitaria. Muerte y Desaparición en la Frontera de EU con México, la organización asegura que agentes de la Patrulla Fronteriza “cortan, pisotean, golpean, vierten y confiscan” los recipientes con agua que sus voluntarios dejan a lo largo de las rutas del desierto. Como prueba presentaron videos de cámaras escondidas en los que se aprecia más que claramente los instantes en que efectivos de la corporación fronteriza patean y vacían recipientes con agua dejados por la organización.

“Es inhumano que intencionadamente estén derramando el agua que podría salvar la vida de una persona”, dijo a Efe John Washington, voluntario de No Más Muertes.

Antiguamente la Patrulla Fronteriza se vanagloriaba de que, en el marco de sus tareas de vigilancia de la línea fronteriza, rescataba inmigrantes, salvándolos en muchos casos de la muerte casi segura que significaba el desierto y la inanición. Hoy en cambio, vergonzosamente, las acciones de esta corporación parecen reflejar el radicalismo, intolerancia e inhumanidad hacia los migrantes que abierta e impunemente promueve el presidente estadounidense, y que cada vez se hacen más patentes en la sociedad de Estados Unidos.

Es un hecho que las palabras tienen un enorme poder sobre la realidad en que las personas creen vivir. Por ello es urgente que sectores progresistas de influencia en EU, impulsen una narrativa alterna a la trumpiana, de concordia e inclusión.

Comentarios