La extinción de Alfonso Romo

Roberto Rock L.

“El Presidente nos ha confiado que ya no sabe si los consejos de (Alfonso) Romo se orientan hacia el interés del país, o en favor de sus propios negocios”, externó hace unos días uno de los principales líderes del sector empresarial, ante periodistas con los que se reunió en un discreto coloquio.

Este comentario, mitad sorna, mitad resentimiento, trasluce el hartazgo de los hombres del dinero frente a un modelo puesto en marcha desde el inicio de la administración López Obrador, con el anzuelo de un trato privilegiado para un gremio que acabó sintiéndose engañado.

Fuentes del sector empresarial y analistas expertos consultados por este espacio concluyeron que López Obrador usó a Romo para ofrecer un rostro amable ante los magnates mexicanos, a quienes siempre ha atribuido capacidad de desestabilización política y económica. Aplicaría aquí un viejo lema: “Mantén a tus amigos cerca, pero más cerca aún a tus enemigos”.

Romo, a su vez, no habría desperdiciado su tiempo, y logró colocar a incondicionales en posiciones importantes, como el SAT, con Margarita Ríos-Farjat, ahora ministra; en la banca de desarrollo (Nafin-Bancomext), con Eduardo Nájera; en la Secretaría de Agricultura, con Víctor Villalobos; o en Bansefi, con Rabindranath Salazar, entre otros. Una estructura que reflejaba enormes conflictos de interés y que en julio de 2019 precipitó la renuncia del exsecretario de Hacienda, Carlos Urzúa.

El equipo Romo fue desmantelado paulatinamente y él quedo aislado en la práctica. Sus ocasionales gestiones en favor de empresarios fueron sustituidas por Carlos Salazar, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, que ha logrado un relativo, aunque timorato, acceso al propio López Obrador.

A ello siguieron testimonios de que Romo dedicaba un tiempo creciente para retomar sus negocios personales desde una oficina vecina al principal despacho de Palacio, lo que debió haber representado un escándalo insostenible desde el primer día del actual gobierno. Pero la anomalía prevaleció dos años sin que nadie pareciera entender la enorme contradicción que suponía para el discurso de López Obrador (reiterado por más de tres décadas) en favor de separar el poder político del poder económico.

La extinción natural del fenómeno Romo, y la complementaria salida de Graciela Márquez, casi inexistente secretaria de Economía, contrastó ayer con la llegada a esta última posición de Tatiana Clouthier, un personaje con un perfil más político y directo, sin temor a decirle verdades a su jefe, el Presidente.

Ya se verá si esta nueva etapa diseñada por Palacio Nacional supone un giro que reconozca una nueva época distinguida por la urgencia de estimular la inversion privada para paliar los efectos de la crisis sanitaria y económica. O si todo se trata de un nuevo artilugio, una distracción para conjurar los efectos de un amargo desencanto empresarial, que parece traducirse cada vez con mayor claridad en activismo político antigubernamental, justo cuando están a la vista las cruciales elecciones del próximo año.

APUNTES:

El registro de aspirantes a gubernaturas alentado por Mario Delgado, dirigente de Morena, anticipa tormenta en Tlaxcala, donde se inscribieron ¡siete contendientes! De esta cifra, cinco son mujeres, ante la virtual decisión de que la paridad de género impondrá en la postulación a una fémina. La final, que deberá decidir una encuesta, se perfila entre Lorena Cuéllar y Dulce Silva Hernández, ambas con apoyos a la vista. La tensión que ello ha generado y lo tumultuoso del registro atrae el riesgo de que el proceso resulte descarrilado. 
 
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