Los riesgos de la consulta
Poner a consulta decisiones del gobierno debería ser una de las medidas más comunes en toda sociedad democrática. Por medio de ejercicios de votación cualquier tema que polarice a la sociedad puede dirimirse de una manera civilizada.
La construcción de un aeropuerto para la zona metropolitana de la Ciudad de México, debido a la saturación de la terminal aérea, ha sido el objetivo de varios gobiernos federales desde el inicio del milenio.
La oposición de ejidatarios que rechazaban la expropiación de sus tierras en San Salvador Atenco frenó el primer intento en 2002. En 2014 se anunció que se construiría una nueva terminal aérea en la zona de Texcoco, cercana al sitio que se había planteado 12 años antes. La edificación comenzó en 2015.
El gobierno que tomará posesión el 1 de diciembre efectuará a partir de mañana jueves y hasta el domingo 28 una consulta nacional para determinar si continúan las obras en Texcoco o se decide suspenderlas e iniciar un nuevo proyecto en el aeropuerto militar de Santa Lucía, en el municipio mexiquense de Zumpango.
El ejercicio ha sido cuestionado por académicos debido a que no cumple con lo que marca la Constitución y a que los organizadores han mostrado una abierta posición en favor de un proyecto, el de Santa Lucía.
Expertos en realización de encuestas señalan por su parte que la consulta está lejos del ideal democrático, ya que se estima que solo participará 1% del electorado, además de que no hubo la suficiente exposición de argumentos por parte de quienes apoyan uno u otro proyecto.
La consulta, como está planteada, entraña riesgos para el próximo gobierno y como consecuencia para el país.
El jueves 16 de se dio a conocer que se imprimirán entre 500 mil y un millón de boletas y que por el hecho de ser un ejercicio abierto no hay un porcentaje mínimo para considerarla vinculante; entonces es bastante probable que entre 250 mil y 500 mil personas (si se considera una participación de 50%) decidan el futuro de un proyecto clave para el desarrollo nacional.
La polarización que vivió el país durante la pasada campaña electoral podría resurgir. Un probable triunfo de la opción que impulsan los organizadores daría elementos de sobra a sus adversarios para considerar que se trató de un ejercicio a modo.
La democracia participativa, que está siendo utilizada por las democracias en el mundo, quedaría desprestigiada antes de que en México se hubiera consolidado.
La consulta debe cumplir dos aspectos importantes: transparencia y certidumbre; entregar cuentas a medias no hará nada bien a la vida democrática del país.