No felicitar a Biden, la decisión personal del presidente
A contracorriente de lo que le recomendaron con insistencia, tanto el canciller Marcelo Ebrard, como la embajadora Martha Bárcena —que a pesar de sus conocidas diferencias coincidieron en que el presidente López Obrador debía salir a reconocer el triunfo del candidato demócrata Joe Biden y felicitarlo a nombre del gobierno de México— el mandatario mexicano decidió no escuchar las recomendaciones de los encargados de la política exterior y de la relación con Estados Unidos y optó por decir que esperará “a que se resuelvan todos los asuntos legales” en la elección presidencial de Estados Unidos.
La posición que tomó el presidente mexicano, a partir de un desconocimiento total del sistema electoral estadounidense, causó sorpresa no sólo fuera de México sino entre sus propios colaboradores que desde muy temprano, por la mañana, le habían explicado la necesidad y la importancia de que se pronunciara en reconocimiento del triunfo de Biden, como ya lo habían hecho la mayoría de los líderes del mundo, empezando por el otro miembro del T-MEC, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien fue el primero de los Jefes de Estado en felicitar públicamente al candidato demócrata a través de su cuenta de Twitter.
Primero en Tepic, Nayarit, donde amaneció el sábado y luego en repentino viaje a Tabasco para supervisar la grave situación de las inundaciones en su estado natal, el presidente recibió varias llamadas del canciller Ebrard para informarle de los resultados finales de Pensilvania y Nevada que le daban un triunfo holgado e irreversible a la dupla Biden-Harris. Luego, conforme transcurrieron las primeras horas y el presidente se resistía a salir a felicitar públicamente al ganador demócrata, las llamadas y mensajes arreciaron, ya no sólo desde la SRE sino también desde Washington, donde la embajadora Bárcena insistía en la necesidad de un mensaje público del presidente e incluso desde su oficina en Palacio Nacional, donde sus asesores más cercanos también le recomendaban salir a emitir la felicitación.
Pero mientras sobrevolaba en un helicóptero de la Fuerza Aérea las amplias zonas anegadas de Tabasco, López Obrador se mostraba reacio a las recomendaciones de sus colaboradores y ofrecía que “más tarde daremos un mensaje”. Y en tanto el presidente mexicano vacilaba, desde todo el mundo, incluido Nicolás Maduro en Venezuela y el resto de Latinoamérica con excepción de Brasil, seguían fluyendo los reconocimientos y los mensajes de felicitación: Alberto Fernández, de Argentina; Iván Duque, de Colombia; Sebastián Piñera, de Chile; Martín Vizcarra, de Perú, lo hacían el mismo sábado mientras que el domingo se sumaba al reconocimiento el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel.
Por la tarde, el silencio del presidente de México sobre el resultado electoral en Estados Unidos generaba dudas y preguntas dentro y fuera del país, mientras en la Cancillería anunciaban que “en cualquier momento saldrá el presidente a dar un mensaje”. Y desde Tabasco, a las 6 de la tarde y en una conferencia en la que primero habló de las graves inundaciones en ese estado, López Obrador dio su mensaje: “Yo no puedo decir felicito a un candidato, felicito al otro, porque quiero esperar a que termine el proceso electoral, nosotros padecimos mucho de las cargadas, de cuando nos robaron una de las veces la Presidencia y todavía no se terminaban de contar los votos y ya algunos gobiernos extranjeros estaban reconociendo a los que se declararon ganadores”, dijo el presidente.
En el razonamiento de López Obrador para no reconocer aún el triunfo de Joe Biden está la idea del mandatario de que el sistema electoral de Estados Unidos es similar al de México, algo totalmente equivocado. Si bien Donald Trump se niega a reconocer aún su derrota y amenaza con llegar a la Suprema Corte y con todo y que los colegios electorales pueden tardar meses en dar sus resultados finales, la realidad es que el conteo de los votos hecho por cada estado le da a Joe Biden y a Kamala Harris una ventaja irreversible de 290 votos. Son los estados de la Unión Americana los que allá definen la elección y no hay, como acá, una autoridad central electoral que vaya a resolver nada. Incluso un recurso de Trump ante la Corte difícilmente tendrá materia por la contundencia de los votos en su contra.
¿Qué espera entonces el presidente de México para reconocer la victoria del presidente con el que tendrá que trabajar conjuntamente los próximos 4 años para mantener la estratégica relación bilateral y comercial que tenemos con los Estados Unidos? No hay ninguna razón política o diplomática por la que nuestro país y su gobierno deban alargar un reconocimiento que ya hicieron la mayoría de los países y que tarde o temprano tendrá que hacer la administración de López Obrador, pero entre más se tarde el mandatario mexicano más podría complicar su relación con la próxima administración Biden.
La inusual posición adoptada por el presidente, más fundada en razones y convicciones personales que en razones de Estado o en el interés de la relación con Estados Unidos, sólo puede explicarse por una torpe e inexistente comparación entre lo que ocurrió en México en 2006 y lo que sucede en la elección estadunidense; López Obrador recuerda que a él no le gustó que otros gobiernos reconocieran el triunfo de Calderón en aquellos comicios y denota una malentendida lealtad hacia Trump “porque nos trató muy bien y no fue injerencista” e invoca falazmente la doctrina Estrada y “el respeto a la autodeterminación de los pueblos”. Ambas razones son tan absurdas como peligrosas.
Lo más delicado de la posición que asumió México, es que el presidente ni siquiera escuchó lo que le decían sus asesores en política exterior y en la relación con Estados Unidos que le recomendaron en todo momento salir a reconocer el triunfo de Biden. No entender que la “Era Trump” ya terminó y que nuestro país tiene que empezar a construir su nueva relación para la “Era Biden” puede ser muy costoso no solo para el gobierno de López Obrador sino para todos los mexicanos.
NOTAS INDISCRETAS…
Al menos tres congresistas estadounidenses, todos ellos de origen mexicano, cuestionaron ayer la posición asumida por el presidente López Obrador de no reconocer aún el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris. Joaquín Castro y Verónica Escobar, de Texas, junto con el congresista Jesús “Chuy” García, recién reelecto por el estado de Illinois, manifestaron en sus redes sociales su extrañeza por la posición del mandatario mexicano, sobre todo ante el comportamiento que tuvo el voto hispano y mexicano en las recientes elecciones. Según un estudio de la Universidad de Chicago para la agencia AP, los migrantes latinos votaron mayoritariamente por Joe Biden, con excepción de los cubanos que dividieron su voto también para Donald Trump. Pero en el caso de los mexicanos, cerca de 70%, dicen el estudio, sufragaron en favor del candidato demócrata, igual que lo hicieron la mayoría de los hispanos de Puerto Rico, Dominicana, El Salvador y los sudamericanos que viven en Estados Unidos.
Por eso las críticas que empiezan a hacer los congresistas que conocen y representan a los votantes mexicanos y por eso el duranguense “Chuy” García, que fue el primer congresista nacido en México en llegar al Congreso estadunidense y que ganó su primera reelección, le recomendó a López Obrador tener cuidado y no pensarlo tanto para “que no se le vaya el tren”… No sólo fuera de México se expresaron ayer dudas sobre el mensaje de AMLO, también en la 4T el diputado Porfirio Muñoz Ledo escribió ayer en su cuenta de twitter, así, con mayúsculas: “SE ACABÓ LA ERA TRUMP… RECONOCER A BIDEN COMO PRESIDENTE ELECTO significa la intención de abolir el régimen de complicidades e incrementar el de los compromisos”. ¿Me entiendes Méndez o te lo explicó Andrés?... Los dados mandan Escalera doble. Buen inicio de semana.