Radiografía de la inseguridad

EL UNIVERSAL

El país enfrenta muchos retos, pero uno de los principales es el de proporcionar seguridad. La tranquilidad en diversas zonas del país no llega, a pesar de operativos federales o estatales. ¿Cuál es la razón de que los esfuerzos no ofrezcan resultados?

En entrevista que hoy publica EL UNIVERSAL, el comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales, responde que hay factores internos y externos que inciden en los índices de inseguridad, a lo que se suma la confusión que reina por la puesta en marcha del Sistema de Justicia Penal Acusatorio, la cual equipara a una “torre de Babel” procesal.

Entre los obstáculos externos se encuentran la demanda de opiáceos por parte de los estadounidenses, situación que fue declarada emergencia nacional por el presidente Trump hace unas semanas, así como el flujo de armas proveniente de Estados Unidos. Sales refiere que en esa nación 85% de sus armerías están ubicadas en los estados que hacen frontera con México, y que al menos 2 mil armas al día ingresan a nuestro país desde EU.

El primero de los temas mencionados tuvo efectivamente un auge este 2017, pero el segundo es una situación nada nueva. Desde hace años hay datos que dibujan con claridad el riesgo que representa la entrada de armas. Lo que debe sorprender es que el problema prevalezca sin que las acciones para contenerlo tengan éxito.

Entre los factores internos destaca el sistema de justicia penal. El funcionario afirma que la capacitación fue “inconexa y dispersa”, por esa razón el juez comprende una cosa, el agente del ministerio otra, el policía otra, el defensor otra, no hay entendimiento. El nuevo esquema para impartir justicia fue puesto en marcha hace casi 18 meses. No debe transcurrir más tiempo para enmendar lo que no está funcionando.

Otro elemento es el fallido modelo policial en los estados. Se trata de una situación harto conocida de la que se dice mucho, pero se resuelve poco.

A pesar del número de homicidios que registra 2017, para el comisionado el contexto es diferente; hay situaciones que ya no son cotidianas como en 2010-2011, cuando los índices delictivos entraron en una espiral que crecía sin freno.

Tiene razón el funcionario al afirmar que basta un evento “para que todo se descomponga” en la percepción pública. Pero precisamente para no abordar el tema desde percepciones, es que se registran datos duros, fríos, los cuales no son nada halagadores y exponen una situación de inseguridad bastante similar a la registrada en el sexenio pasado.

El análisis que realiza es exacto. Se requiere ahora tomar acciones para que cambie el escenario actual. ¿Podremos esperar que en 2018 el panorama sea diferente?

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