Enviado por evlin.aragon en Mié, 05/02/2018 - 10:30
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Los trabajadores del tiradero ganan 70 pesos al día, en promedio, mientras que los más jóvenes obtienen hasta 250 pesos; esto representa la fuente de ingresos de unas 42 familias. JUAN CARLOS ZAVALA. EL UNIVERSAL
02/05/2018 10:30
Juan Carlos Zavala

oaxaca@eluniversal.com.mx

Sagrario no porta el chaleco naranja con franjas grises, negras y amarillas, y el cubre bocas que visten el resto de los trabajadores en el tiradero; desde hace varios años forma parte del comité que los representa, ya sea para su defensa o la gestión de apoyos para estos trabajadores independientes.

Es una tarde nublada en el tiradero de Villa de Zaachila y eso permite que el olor de las montañas de basura sólo cale ligeramente en la nariz; a unos metros una mujer vende refrescos, agua y mangos.

Son más de las cinco de la tarde y varios  camiones recolectores que llegan vuelcan los desechos que se generan diariamente en la ciudad de Oaxaca y en 23 municipios conurbados.

Hombres, mujeres, niños y hasta  ancianos corren inmediatamente con bolsas negras y costales en sus manos. Buscan cartón, plástico y aluminio principalmente, para después clasificarlo, acumularlo y venderlo por kilo; esta ganancia es  el único ingreso para su hogar.

“Aquí nací y aquí he hecho mi vida”, dice Sagrario, dirigente de la Unión de Pepenadores del Relleno Sanitario.

 “Esto que ve es la última celda que queda, a lo mucho dura otros dos años, después es seguro que lo clausuren, que lo cierren y entonces ¿qué vamos a hacer?, esto es lo que nosotros sabemos hacer”, apunta Sagrario.

A contra reloj

El relleno sanitario que se encuentra en el municipio Villa de Zaachila, pero que es propiedad del ayuntamiento de la capital, está al límite de su capacidad y desde hace algunos años las autoridades municipales y estatales han buscado otro terreno  donde depositar los desechos de sus municipios que forman parte de la región de los Valles Centrales de Oaxaca.

Su cierre, sin embargo, dejará sin actividad económica a 87 trabajadores, entre los que hay unas 42 familias, quienes viven del reciclaje.

De acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y de Energías (Semaedeso), ya está disponible poco más de 43 hectáreas para el nuevo tiradero, pero su ubicación se ha reservado para evitar un conflicto social ante la oposición de habitantes de municipios conurbados a que se instale en su territorio.

El perito del Colegio de Ingenieros Ambientales de México, Luis Alberto Pineda, destaca que  al relleno sanitario ingresan en promedio 250 millones de toneladas de basura al año; en cantidades que van desde 237 millones de toneladas hasta 306 millones de toneladas, cantidad que aumenta año con año y cuyo 80%  corresponde a la ciudad de Oaxaca.

“Acá tenemos muchas necesidades, pero lo que usted ve, esa celda es hasta aquí nada más donde van a rellenar; nos preocupa a nosotros porque vemos que va avanzando y si se llena ¿qué va a pasar con el pepenador, con todas las familias que nosotros trabajamos acá?, es el sustento de nuestros hogares”, cuestiona Jerónimo López López, presidente de la Unión de Pepenadores.

Cada trabajador  gana, en promedio, 70 pesos diarios, pero un joven, detalla Jerónimo, gana hasta 250 pesos. “Pero cómo usted ve, la mayoría son mujeres, muchas ya señoras de edad, grandes, que no pueden mucho”, resalta.

Además, acusa que sus ingresos se han visto mermados debido a que  los trabajadores del servicio de recolección de basura de los municipios “ordeñan” los materiales que pepenadores se dedican a recolectar y entonces, llega muy poco a sus manos.

“Hemos hablado con las autoridades municipales para pedirles, no nos oponemos a que sus trabajadores recolecten, sólo es para que les digan que nos dejen algo, pero no nos han hecho caso”, dice el presidente de la Unión de Pepenadores.

Piden espacio para laborar

Pero ese no es el principal problema que enfrentan. Temen que tras  el cierre del relleno sanitario, se queden sin su fuente de trabajo, por lo que  ahora han emprendido una batalla para demandar a las autoridades municipales y estatales, un espacio en el nuevo basurero, sin importar en qué municipio sea abierto.

 “Nosotros no tenemos otro trabajo más que el de pepenar. Es lo único que sabemos porque desde nuestra niñez nosotros acá la hemos pasado, aquí crecimos, hicimos nuestras familias y no sabemos hacer otra cosa más que pepenar, más que reciclar”, destaca Sagrario.

“Entonces, desafortunadamente gobiernos han venido y han pasado y nunca le toman la importancia al pepenador, ni valoran el trabajo tan grande que nosotros hacemos”, lamenta el hombre.

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