Por habitar, las nuevas casas tradicionales en el Istmo

Organización logró salvar algunos inmuebles de la demolición y compartió gastos con damnificados para conservar su arquitectura

Como parte del proyecto de Reconstrucción Integral y Social del Hábitat se hizo una campaña para que no se demolieran las casas de manera injustificada, sólo motivados por el miedo y la presión gubernamental
Especiales 02/05/2018 09:00 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 20:09

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Tomasa Vásquez Rosado no se mueve de su mecedora en casi todo el día, está pendiente de la reconstrucción de su casa estilo tradicional en Ciudad Ixtepec; después de esperar tres meses en un par de semanas, por fin, la vivienda podrá ser habitada nuevamente.

Tomasa tomó la decisión de no tirarla cuando se lo sugirieron por los daños que sufrió a causas de los sismos de septiembre de 2017, casi ocho meses dejó de habitarla, tuvo paciencia y un día le hablaron del proyecto de recuperación de viviendas tradicionales que emprendía la organización Cooperación Comunitaria en la región del Istmo.

A Tomasa la convencieron, junto con 42 zapotecas de Ixtepec, para no tirar su casa de teja, madera y ladrillo. Ella puso los 120  mil pesos de las dos tarjetas que otorgó el gobierno federal a través del Fondo de Desastre (Fonden) y la organización puso el restante, debido a que el costo es mayor a la cantidad que dio el gobierno.

“Yo puse lo de mis tarjetas, pero no me alcanzó, así que al final los de la organización llevan pagando la mano de obra desde hace tres semanas porque  ya no podía, todo mis ahorros lo  invertí. Al final, tengo otra vez mi casa”, explica la mujer de 75 años.

Isadora Hasting, directora de la organización, explicó que en Ixtepec comenzaron con la propuesta de construir 98 nuevas casas tradicionales, pero se enfrentaron con la competencia de  las constructoras, que prometieron a los damnificados entregar las viviendas en poco tiempo; hasta dos meses, por lo que perdieron varias casas y actualmente tienen entre 20 y 25 casas comprometidas.

De ese total, están en construcción 17 casas desde sus cimientos, además de tener acordado 43 casas para reconstruir y reforzar, de este universo están 38 ya en pleno trabajo, el más avanzado lleva 80%.

Después de un largo proceso de verificación y diagnóstico se logró que las más de 40 viviendas tradicionales istmeñas en manos de la organización se reforzaran y fueran resistentes a los sismos de la zona.

“Las constructoras trajeron modelos de viviendas sin tomar en cuenta la cultura y el clima, crearon viviendas rápidas; para ellos es negocio. Nosotros llevamos todo un proceso social, involucramos a la gente, capacitamos a los albañiles para rescatar paredes, al final construimos casas adecuadas a la zona”, detalló Hasting.

Como parte del proyecto de Reconstrucción Integral y Social del Hábitat se hizo una campaña para que no se demolieran de manera injustificada, sólo motivados por el miedo y la presión gubernamental, sobre todo los inmuebles con valor económico y cultural. Después que se logró el rescate, Cooperación Comunitaria se dio a la tarea de diseñar un Manual de Reforzamientos exclusivo para este tipo de viviendas.

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“Valió la pena la espera”

Lo primero que dice Gonzalo Hernández Santiago cuando se le pregunta qué opina de su nueva casa construida por la empresa Carson es: “Valió la pena la espera”. Este habitante de la Primera Sección de Juchitán esperó  el mismo tiempo que Tomasa, casi ocho meses, para tener una nueva vivienda, aunque la suya es opuesta a las casas tradicionales.

Sobre el predio de tierra se alza la casa color naranja que tuvo un costo de 100 mil pesos, Gonzalo puso los fondos de las tarjetas del Fonden.

La construcción duró tres meses y durante ese tiempo Gonzalo no se preocupó por nada,  ni conseguir albañiles, ni los materiales, él sólo observó y esperó. Este comerciante de comida considera que fue la mejor decisión que tomó, su nueva casa está mejor distribuida.

La vivienda, parecida a las de interés social, es más pequeña que su vieja casa tradicional de ladrillo, la que el terremoto del 7 de septiembre tiró. Gonzalo no le pone ningún “pero” a su nueva casa, aunque  por lo pequeño y el cemento tendrá más calor, aun así  ya tiene un techo donde resguardarse ahora que las lluvias llegaron algo adelantadas.

“Valió la pena esperar, la mera verdad. Porque no hubiera logrado construir aunque sea una casa pequeña, como le pasó a muchos, los 120 mil no les alcanzó para nada, a mí hasta me sobró 20 mil y además me van a regalar una estufa y un refrigerador “, dijo contentó Gonzalo. 

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