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Desde entonces, su vida cambió y aunque cada día renueva sus fuerzas, toma su medicamento y ejerce su profesión de contador; todas las noches vuelve a enfrentarse a su realidad. Lo hace cuando observa la pastilla que no debe dejar de tomar a las nueve de la noche todos los días, lo que le resta de vida.
“Sin duda, armarme de valor es muy complicado, en el día todo bien, pero cuando ya llega la noche que es la hora de tomarme mi antirretroviral, nada más de ver el frasco es volver a caer a mi realidad, dependo de esta pastilla, es tener presente la muerte, es estar en ese recordatorio que es fuerte a veces”, narra.
Los datos le dan la razón a Vásquez Rosas. Según cifras de la Ssa, 2017 cerró con 9 mil 176 contagios de VIH a nivel nacional, frente a los 7 mil 723 de 2016. En cuanto a casos de Sida la cifra fue de 3 mil 508, frente a 3 mil 46 de 2016.
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El trabajo de prevención y el de detección oportuna de este virus se complica en las comunidades rurales, explica, debido a factores como los usos y costumbres de cada población, a los tabúes, a la diferencia de idiomas que los pobladores no hablan español sino sus lenguas nativas, lo que dificulta la comunicación. Otra de las carencias es el presupuesto, lo que contribuye a no reducir el índice de casos.
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En otros casos, como el de Fernando, la situación se complica por el temor a ser rechazado y a la negación que viven en un principio. La asesoría psicológica, los grupos de auto apoyo y el asistir a congresos es lo que le ha permitido al contador aceptar su diagnóstico y disfrutar de la vida, aunque lleva 15 años viviendo discriminación, confiesa.
Cuenta que el rechazo no sólo es en lo social, sino que incluso lo vive desde el sector salud, cuando es atendido por el personal médico tanto en clínicas, y hospitales públicos y privados. Por eso, platica, cuando requiere de una consulta vuelve a tener miedo por repetir el proceso de informar su estado serológico y de ser discriminado.
Aunque físicamente dice no tener un malestar, se mantiene alerta ante cualquier cambio, siguiendo rigurosamente el tratamiento, la alimentación y la higiene personal. Quiere seguir viviendo y estar bien para que su familia no sufra por él, no quiere verlos sufrir, confiesa Fernando.
Su experiencia de más de una década le llevó a fundar una organización para apoyar a personas con VIH. Coincide que los contagios no bajarán, por ello asegura que perder el miedo, hacerse la prueba de detección a tiempo y creer en el tratamiento es la clave para continuar viviendo.