Edén botánico, de basurero a proyecto sustentable
El jardín Vives Verde pasó de ser un espacio familiar a un lugar público, para el cuidado del medio ambiente
La angustia por la depresión y por el irrefrenable deterioro ambiental llevaron a un arquitecto a transformar un tiradero de basura en un edén. Las formas geométricas, los colores, la variedad de plantas y cactáceas, el diseño y la decoración forman en conjunto un paraíso.
Vives Verde es el proyecto que hace ocho años emprendió Francisco Martínez en un predio particular de mil 600 metros cuadrados, en la calle Tula de la colonia Las Culturas de Xoxocotlán, municipio conurbado a la capital por la zona suroeste.
Ese espacio cuenta con al menos 200 especies de plantas, en su mayoría endémicas, que prácticamente no requieren de un riego manual, pero si fuera el caso, también el área tiene una cisterna con capacidad de 80 mil litros de agua captada de cada temporada pluvial.
El lugar está diseñado de manera estratégica y con formas geométricas prehispánicas; se asienta a las faldas del cerro de la zona arqueológica de Monte Albán, por el lado sur.
Senderos rectos o serpenteados cubiertos con piedra de río, sellado con tierras de colores, particularmente de color verde turquesa.
Cada espacio tiene elementos que complementan el paisaje, como ojos de agua redondos o rectangulares con plantas acuáticas, piezas viejas de metate, cuencos de piedra o de cerámica con agua entintada, en su mayoría de rojo.
Ruedas de bicicletas u otros vehículos; una carreta vieja, sillas igualmente antiguas, metálicas, con sarro algunas; bancos de madera o de troncos; piezas de barro de regular tamaño y algunos colgajos elaborados con alambre.
La barda de acceso es de carrizo y de órganos, las paredes que circundan los espacios están cubiertas con bardas de carrizo, en algunos casos de unos 10 metros de altura, a fin de no perturbar la imagen armónica del jardín particular.
El pasado 17 de noviembre abrió sus puertas al público en general, que puede acudir a visitarlo e incluso pasar tiempo para relajarse, sin ningún costo; está disponible también para grupos de estudiantes de cualquier nivel educativo.
La génesis
De acuerdo con su creador, Vives Verde es un proyecto preocupado por conservar plantas nativas de las diferentes regiones del estado de Oaxaca, mezclándose con antigüedades, para diseñar espacios de arquitectura de paisaje con identidad, y poder disfrutar de la naturaleza, creando proyectos sustentables con especies de bajo mantenimiento.
Este gusto por diseñar espacios abiertos en arquitectura de paisaje proviene de la experiencia que el arquitecto Francisco Martínez desarrolló a lo largo de 18 años de trabajo profesional en el Jardín Etnobotánico de la ciudad de Oaxaca.
“Lo inicié con mi familia, para ellos, para relajarnos de la vida cotidiana, de tanto estrés, pero ha crecido mucho. Ahora podemos ofrecerlo al público, hay mucha demanda, la gente se identifica con tener una planta”, explica a EL UNIVERSAL.
“En 2010 comencé con la idea de contribuir con el cuidado del plantea, pero lo inicié porque me empezaba a preparar por si un día tenía depresión; la familia sufre de este mal. Y sí me alcanzó en 2015, afortunadamente el jardín ya tenía un 70%; eso fue parte para relajarme, escuchar aves, disfrutar el paisaje; ahí vamos, ha servido, vamos saliendo de la depresión”, platica.
Por casi dos décadas, Francisco laboró para el Jardín Etnobotánico de la capital, proyecto iniciado por el artista plástico Francisco Toledo.
Ahí aportó Francisco su experiencia como profesionista y apasionado de la arquitectura de paisaje; de ahí le nació el gusto también por las formas, colores y el cuidado del medio ambiente. De ahí partió la idea de su propio jardín.
Lo antiguo
“Siempre me ha llamado la atención la arquitectura de la época prehispánica, desde pequeño; mi papá fue carpintero, a los 10 años me ponía a armar grecas”, narra el egresado de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).
Abregó también conocimientos de visitas a otros espacios prehispánicos del país, como Teotihuacan, Chichen Itzá, Palenque, entre otros. A la par de sus viajes, fue trayendo algunas especies de plantas de entidades como Puebla, Morelos, Querétero, entre otros.
“Estamos en las faldas del cerro de Monte Albán, de la zona arqueológica, y eso, de alguna manera, nos da también energía para seguir impulsando el proyecto. Queremos que los seres humanos entendamos que debemos cuidar nuestro entorno, por ahí podemos empezar, desde recoger basura, reutilizar agua, cuidar las plantas, por muy sencillas que fuesen; si no, podríamos arrepentirnos en corto tiempo”, considera.
El padre de familia de dos adultos, una de ellas ya en carrera profesional, detalla que paralelo al jardín paisajista, comenzó con su familia el rescate de un afluente que corre a un costado del predio.
Actualmente, son 300 metros lineales que ya han sido rescatados, con la limpieza de basura, pero además con la siembra de árboles y plantas propias de la zona.
En el caso del jardín particular, desde hace ocho años comenzaron por retirar la basura en los predios y, a la par, comprar poco a poco otros lotes, hasta formar los mil 600 metros cuadrados.
En la zona del arroyo de temporal sembraron especies como ceibas, robles, las tres variedades de tabebuia, retama, trovadoras, palo verde, entre otras, que no requieren de grandes cantidades de agua.
En el jardín, paulatinamente se fue llenando con especies semitropicales: retamas, variedades de copal, flor de mayo, yuca, agaves, biznagas, diones, entre otros.
“Cubrimos todos los requisitos y autorizaciones; las plantas tienen el registro de la Unidad de Manejo Ambiental [UMA] que pide la Semarnat [Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales]”, precisa.
Para aprendizaje
A poco menos de 15 días de haber sido abierto, ya es visitado continuamente tanto por particulares como grupos escolares de todos los niveles educativos, públicos y privados, incluyendo del nivel profesional.
Inicialmente, Francisco Martínez tenía previsto abrir el espacio de nueve de la mañana a cinco de la tarde de lunes a viernes, los sábados de nueve a cuatro. Pero la demanda hizo que el horario se ampliara todos los días.
Dos trabajadores están al pendiente de regar las áreas necesarias para que el paisaje mantenga los colores tanto de los pasillos como de los recipientes con agua, donde se colocan distintas tonalidades.
“Lo que quiero es que las nuevas generaciones tomen conciencia, que los niños aprendan que deben reutilizar el agua de lluvia o de la casa, que cuando construyan sus casas deben tener cisternas para almacenar”, expone.
“La naturaleza ha dado mucho para la cultura de Oaxaca, por eso nos voltean a ver, por eso quieren venir a Oaxaca, porque es la cultura del mundo. Todos, adultos y niños, debemos tener conciencia ya de la importancia de cuidar las plantas, de plantar más árboles, de protegerlos, de cuidarlos, porque no sabemos cuándo el cambio climático nos alcanzará a todos”, reflexiona.
El proyecto de Vives Verde continúa y la siguiente fase será colocar pequeñas placas a cada una de las especies, con nombres en español y su identificación científica, para que sea un aprendizaje integral para los educandos.