
Esta indumentaria consiste en un enredo —tela que se enrolla en el cuerpo en forma de falda sostenida con un ceñidor—, una blusa bordada con flores y sobrepuesta otra blusa de encaje de colores vistosos que se amarra en la nuca y la cintura, abierta de atrás. La vestimenta se completa con un delantal y una pañoleta en la cabeza.
“Entre más chica sea la muñeca, es más complicado la elaboración de la ropa”, agrega Emma García, quien no cesa en su empeño por crecer en su labor empresarial familiar.

Emma García recuerda que si se inscribió al taller fue motivada por una de sus hijas, quien requiere de una operación de corazón para la cual necesita 22 mil pesos. A cuatro años, su trabajo como artesana es reconocido. Sus muñecas se venden con mayor regularidad y a veces, cuenta, no se dan abasto; pero sobre todo, les ha dado la posibilidad de juntar el dinero para la operación.
“Lo hicimos también por la enfermedad, tengo a mi hija que necesita una operación de corazón, pero no la hemos podido operar. Mi esposo gana 150 pesos por día y a la semana hay que pagar la comida y cosas de la escuela”, explica.

Además, según datos del ayuntamiento, 50% de la población tiene algún familiar trabajando fuera del país, 25% labora en otra entidad y el resto tiene familiares que salen a trabajar por periodos de tiempo, práctica conocida como “migración golondrina”.
Fue por esa falta de oportunidades que Emma García se incribió aquel día al taller que impartió la maestra Gloria Leycegui. La artesana cuenta que fueron 36 mujeres las que participaron, pero sólo seis continuaron con la elaboración de las muñecas. En su caso, además elabora blusas tradicionales para venderlas; antes sólo las confeccionaba para uso personal.
En la elaboración de una sola muñeca participan los 10 integrantes de su familia y tardan tres días en terminarla. Ella se encarga de trazar las partes del cuerpo y tejerlas, los niños se encargan de rellenarlas, su esposo une todas las partes del cuerpo, su nuera se encarga de dibujar el rostro que después es tejido y mientras se avanza en este proceso, Emma García elabora la ropa para vestirla.

“Estoy feliz con mis muñecas porque gracias a ellas tenemos, porque sí es trabajoso y a veces es desesperante, pero me da fuerza porque gracias a ellas pagamos luz, el pasaje cuando llevamos a mi hija al hospital, nos ayuda demasiado”, destaca.
El precio de las muñecas oscila entre 200 y 400 pesos, según el tamaño. La primera vez tardó seis meses en vender una de ellas; hoy, dice, es invitada constantemente a exposiciones artesanales y ya tiene dos clientes que compran por mayoreo. Además, ya ha exportado algunas blusas a Estados Unidos y está en el proceso de enviar muñecas.
A finales de abril, a través de un programa de la Secretaría de Asuntos Indígenas (SAI), Emma García viajará a Los Ángeles, California, en Estados Unidos, para participar en una exposición artesanal. “Al principio no pensábamos que fueran a tener éxito porque vendíamos una muñeca cada seis meses”, confiesa la artesana.
