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Hace seis años, la más pequeña de sus hijas, al nacer, fue diagnosticada con dermatitis severa. Por recomendaciones de su cuñado, quien fabrica aceite de coco, empezaron a usar ese producto para la piel de la niña, quien ya había visitado a especialistas, sin éxito.
Recibieron de regalo una cubeta de 20 litros; los resultados fueron casi inmediatos, tras un año de usar el aceite, la niña sanó por completo. Con el tiempo, la situación económica en la familia de Abigail, bióloga de profesión, se complicó y ella se vio obligada a empezar a vender el aceite de coco que le había sobrado.

Cada clase de fin de semana aprendía a hacer un producto y lo introducía para la venta. El crecimiento del catálogo propició la creación de etiquetas distintivas y con ello, la planeación de una marca propia. “Desde la primera vez que vendimos, tuvimos buena respuesta... poco a poco nos empezaron a invitar a ferias donde participan productores”, comenta.

A medida que se consolidaba el proyecto, notó la necesidad de emplear mujeres que le ayudaran para la producción y la venta. Fue a inicio de 2017 cuando emplearon a cuatro mujeres y además tuvieron la idea de usar la materia prima local. Actualmente, Selvática otorga empleo directo a por lo menos 15 productores locales de regiones como la Cuenca, la Costa y la Sierra Norte; la mayoría son mujeres.
A través de su página de Facebook, Selvática da voz a los proveedores que le surten insumos como cúrcuma, caléndula, romero, entre otros, a fin de apoyarlos a hacer crecer su economía y promover el pago justo por sus cosechas entre sus más de 13 mil seguidores.

Para Abigail, los planes a futuro son hacer crecer la empresa, para darle la posibilidad a otras mujeres de tener un ingreso seguro. “Me interesa que sean mujeres de San Pablo, este lugar nos está dando mucho y quisiera tener la oportunidad de retribuirle”, resalta.