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“Cuando ven cómo se trabaja con este tinte les causa sorpresa, desde el origen, cómo moler el material, cómo mezclarlo. Sin llegar a comprar tal color, sino tú mismo generar tus tonos o tinturas”.

Las posibilidades de la grana cochinilla a las que se refiere Alejandro se trata del universo de tonos que pueden desprenderse del tinte al mezclarlo con materiales como limón, lo que genera variaciones infinitas de color.
“Eso es lo que hace que tenga mayor fuerza la técnica. Cuando ven que algo natural reacciona tan fácil con un ácido como el limón, pues se maravillan, les cambias el panorama que se tiene de un color rígido. Aquí interactúas inclusive después de haber dejado secar”. Cuando se le pregunta a Alejandro si no tiene reparo en compartir los secretos que a él le han costado años de experimentación, o si ha pensado en patentar las tonalidades que ha encontrado, responde que la grana no le pertenece, que es un tinte que ha estado ahí y así debe seguir, de uso libre.
Con ello en mente, Alejandro diseñó un taller titulado “Rojo como el cielo”, nombre inspirado en un filme italiano, en el que el protagonista pierde la vista y utiliza todos los sentidos para transmitir emociones. “Es mi intención lograr eso con la grana cochinilla”, afirma.

El pintor explica que las lecciones las impartirá el 8, 9 y 10 de noviembre, pero que su estancia en Florencia será de 10 días, pues buscará allá los materiales ideales para mezclar la grana, pues no son fáciles de conseguir. Todo con el único apoyo de la fundación y del despacho oaxaqueño Alex Pint Art.
“Es dejarles esta semilla, compartirla al igual que a mí se me compartió esta técnica. Que puedan ellos hacer su propia búsqueda y encontrar los colores que son infinitos, porque puedes continuar experimentando y la paleta se puede ampliar sin límite”, afirma este alquimista que ha llevado al pigmento a recorrer el mundo.
