oaxaca@eluniversal.com.mx
En contra parte a estos resultados, el PRI sólo ganó nueve presidencias municipales y si se consideran las obtenidas con los partidos coaligados: Nueva Alianza (NA) y Partido Verde, o en candidatura común, un total de 21.
Mientras que la coalición Por Oaxaca al Frente, integrada por PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, obtuvo el triunfo en 39 municipios, pero no lo lograron en ninguno donde fueron por separado.
Los partidos locales ganaron 18: Unidad Popular (PUP) nueve, el Social Demócrata (PSD) siete y el de las Mujeres Revolucionarias (PMR) dos. Además, dos candidatos independientes triunfaron en San Pedro Tapanatepec y Putla Villa de Guerrero.

Los logros de la coalición encabezada por Morena llegan aparejados con una participación ciudadana histórica, de más de 70.2%, que representa a un millón 182 mil 682 votos. De ese total, Juntos Haremos Historia logró 33.3% de la votación en las elecciones municipales, es decir, 394 mil 591 sufragios.
Su contendiente más cercano fue el Frente, con 233 mil 625 votos, es decir, 19.7%. En tercer lugar, con sólo 10% de la votación está la coalición comandada por el PRI.
El único distrito electoral que perdieron fue el 01 con cabecera en Acatlán de Pérez Figueroa, donde ganó la coalición de los partidos PRI, PVEM y NA.

Al igual que en el resto del país, los resultados que obtuvo el PRI el 1 de julio en Oaxaca fueron los peores en su historia.
En 2016, en alianza con el PVEM, ganó la elección en 51 municipios, 49 de los candidatos fueron postulados por el PRI; este año apenas gobernará 30, 21 de ellos en alianza con otros partidos. También ganó 15 de 25 distritos electorales locales, con 13 candidatos del tricolor, uno postulado por el Verde y uno por Encuentro Social (PES). En estos comicios sólo pudo ganar uno.
Para el sociólogo y ex catedrático de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Porfirio Santibáñez Orozco, que el PRI esté en el sótano de las preferencias se debe a los resultados desastrosos del sistema político y económico neoliberal que empezó a gestarse desde 1982 y que “generó movimientos de resistencia en diferentes partes el país, como respuesta a la polarización económica que generó, pues producía gran cantidad de pobres y enriquecía a empresarios y políticos”.
A ello agrega que en el PRI se abandonaron los ideales de la Revolución Mexicana, fue el responsable de acabar con los derechos sociales, conquistas laborales e incluso el derecho a huelga. También terminó con la garantía sobre los bienes territoriales al privatizar los bosques, los recursos minerales y de los combustibles como el petróleo, la venta del ejido y tierras comunales y recientemente el agua. “Todo puesto a la venta en el mercado”, señala.
A estos tres factores, añade las restricciones al mercado del trabajo y a la educación: “El efecto colateral fue el crecimiento de la informalidad económica, el subempleo, la falta de seguridad laboral, la exclusión de gran parte de la juventud de los centros educativos y el mercador del trabajo”. Esto formó un coctel que el régimen no midió, “generando movimientos de resistencia localizados en gran parte del país”.
Añade que los votantes se quedaron sin opciones políticas porque el PRI proponía “más de lo mismo” y los partidos de oposición se le sumaron e incluso aceleraron la política neoliberal con la firma del Pacto por México.
El éxito de Morena, afirma Santibáñez, radicó en que logró aglutinar de expresiones de resistencia, que hizo a un lado radicalismos y se volvió pragmático, tomó en cuenta a los excluidos y al sector marginado de la economía. Juan Carlos Zavala