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“Junto con mi esposa, hemos dado talleres de mazateco en el zócalo de la Ciudad de México y la UNAM, cada vez salen mejor planeados”, explica en entrevista.

Una disputa entre grupos delictivos, señala, ha roto con la paz y tranquilidad. Aunando al miedo, se suma que decenas de jóvenes se unen a las células criminales para obtener recursos. Entonces, el rap se convierte como en viento que despeja la neblina.
“Con mi música quisiera demostrarles a los jóvenes que se puede salir adelante por un camino distinto, derecho. Que es posible hacer las cosas bien”, dice Kipper.
Además, la identidad de los mazatecos de Jalapa peligra en otros sentidos. Las acciones para preservar la cultura y lengua son nulas.
“En la comunidad no hay quien me ayude. Nosotros no tenemos casa de cultura, talleres de bordado, ni acceso libre a la biblioteca, por ejemplo. Apenas estamos trabajando en la reedición de un diccionario mazateco ilustrado”, explica
Sin embargo, aún con los factores en contra, José Antonio se muestra animado, desde su trinchera, impulsa talentos y comparte a mexicanos y extranjeros la cosmovisión de su tierra.

Aunque es un ritmo musical poco usual en Jalapa de Díaz, y en la Cuenca en general, Kipper comenzó a interesarse en el rap cuando cursaba la primaria. Cuando tenía unos 15 años, escribió su primera canción formal, se la dedicó a su madre, quien recién había fallecido.
“Empecé a cantar en Tuxtepec, cuando mi mamá falleció, nadie creía en m í, pero una tía me apoyó y me fui a cantar a los camiones de esa región vecina”, recuerda.
Desde entonces sus esfuerzos no cesaron, sobre todo cuando se interesó en trasladar su música al mazateco, pues de esa forma la productora Mente Negra —que impulsa a raperos indígenas— se interesó en él.
Hasta ahora, Kipper ha pisado distintos escenarios e incluso llevó su música a la Hora Nacional; ha trabajado diversos proyectos con el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI). Hoy, aguarda la grabación de su primer disco, con el que espera que más público se enamore de su lengua materna y los más viejos de su comunidad se animen a compartirla y entrar al mundo de los jóvenes.