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“Esto se pone como un desierto, todo se apaga. Horrible, mejor nos vamos a buena hora”, dice Mercedes, que lleva casi 50 años como comerciante en el centro de Tuxtepec. La mujer frota sus brazos con las palmas hasta entrelazar sus dedos, los lleva frente a la barbilla y suspira. “Hay que rogar a Dios para que esto acabe pronto”, agrega con voz baja, como en secreto.
Eso es todo lo que se puede hacer en Tuxtepec ante cada ejecución: mantenerse alerta, pero guardar silencio. Los vecinos piensan una, dos o tres veces antes de asistir al funeral de una persona asesinada en un ataque armado.
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La madrugada del 3 de diciembre un incendio despertó a los habitantes de San Bartolo, agencia municipal de Tuxtepec. El restaurante Salamandra, ubicado en la calle que conecta con el centro de la ciudad, se consumía en llamas. Los reportes policiacos indicaron que testigos observaron que un grupo de personas ingresó al establecimiento y después comenzó el fuego, que se presume provocado.
Que la violencia haya alcanzado a los comercios no es algo nuevo en la ciudad. En poco más de dos años aproximadamente 50 bares y cantinas han cerrado, según un integrante del consejo de la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Tuxtepec, quien por temor no da su nombre.
Fue justamente en los bares Las Divas y La Libélula, ubicados en zonas comerciales y el primer cuadro donde en octubre se registraron, la misma noche, ataques con granadas de fragmentación que dejaron como saldo un muerto y 10 personas heridas. Semanas después se registró otro doble ataque contra un bar ubicado a tres cuadras del Palacio Municipal.
Además, el sector hotelero también ha sido alcanzado por toda esta muerte, pues en octubre se registró la ejecución de una pareja dentro de un inmueble ubicado a media cuadra del parque Benito Juárez.
La Asociación de Hoteles y Moteles asegura que la ocupación en Tuxtepec, consignada al turismo de negocios, ha disminuido 50% de 2017 a la fecha. Los visitantes, afirman los empresarios, temen salir a cenar o a los bares de la ciudad, lo que ha paralizado la economía.
Como resultado de esta inseguridad, la Canaco calcula que, además de los bares, desde 2016 unos 100 establecimientos de diversos giros han cerrado.
“Necesitamos que el secretario de Seguridad Pública, José Raymundo Tuñón, venga a escucharnos, en todo el año no hemos tenido respuesta. Necesitamos seguridad, que se note”, sostiene el empresario.
La situación se complica porque a través de redes sociales, como Facebook o WhatsApp, circulan presuntas listas con nombres de personas en la mira del crimen organizado. Los mensajes, firmados supuestamente por grupos delincuenciales nacionales, señalan que “no harán daño a la población inocente”, pero alertan de restaurantes o bares donde podrían acudir a realizar algún ataque, debido a que son lugares que frecuentan a quienes buscan.
Aunque el comisionado de Seguridad Pública, José Sánchez Saldierna, asegura que son mensajes falsos que se replican en todo el país y únicamente se adaptan, ciudadanos aseguran que las listas que se difunden en la Cuenca han resultado certeros y han coincidido con los ataques.