Se dispara cifra de personas desaparecidas en Oaxaca
Sólo en mayo se reportaron cinco casos; 2010 fue el año con más denuncias, al contabilizar 107, según la Defensoría de Derechos Humanos, cifra podría ser aún mayor, afirma
Un abogado, un marino, dos turistas, tres comuneros o seis jóvenes; en Oaxaca las desapariciones de personas no responden a un perfil o patrón similar, pero la mayoría tienen rasgos en común: los ausentes siguen sin ser localizados y no existen indicios de que se trate de secuestros; tampoco de que vayan a volver.
Si alguien aún piensa que las personas no desparecen en Oaxaca basta que revise los días de mayo para darse cuenta del error: en este mes desaparecieron cinco personas.
El día 4, el alemán Alexander Krikl y la oaxaqueña Renata Salas, ambos de 24 años, se esfumaron de la playa nudista de Zipolite. Seis días después, en San Agustín de las Juntas, se desvaneció el rastro de Ernesto Sernas, abogado encargado de la defensa de 23 ex integrantes del Frente Popular Revolucionario (FPR), acusados de terrorismo por un presunto boicot a las elecciones de 2015.
Ese mismo 10 de mayo fue la última vez que alguien vio a Bruno Avendaño, un marino zapoteca a quien su familia y amigos buscan desde entonces en el Istmo de Tehuantepec. Y el día 20 desapareció un comunero de San Sebastián Nopalera, tras una agresión armada de pobladores de Zimatlán de Lázaro Cárdenas.
Pero el horror no comenzó en mayo. Veinte días atrás, cinco jóvenes de Tlaxcala y uno de Oaxaca desaparecieron en San Miguel Soyaltepec y sus vehículos fueron encontrados calcinados en los límites con Veracruz. El año llevaba 22 días cuando nadie volvió a saber del periodista Agustín Silva. No hay pistas de ninguno.
Van 581 expedientes
En ocho años y cinco meses —2010 a mayo de 2018—, la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) acumula 581 expedientes y antecedentes iniciados por personas desaparecidas. Según sus datos, con 107 ausentes, 2010 fue el año con más casos denunciados.
En los años siguientes las cifras fueron a la baja hasta su punto más bajo en 2014, año en el que sólo se registraron 38 casos. A partir de entonces hay un repunte que no se detiene: 53 personas desaparecieron en 2015, 59 en 2016 y 63 en 2017. En los cinco meses que van de 2018, la Defensoría ha abierto 29 expedientes y cuadernos de antecedentes.
Pero estos números podrían ser sólo una parte de aquellos que desaparecen. El visitador general Juan Rodríguez Ramos explica en entrevista que las desapariciones son un fenómeno que se está dando en el estado, por lo que a la defensoría lo que le corresponde es canalizar estas quejas para que la Fiscalía General de Oaxaca intensifique la búsqueda de personas.
“Suponemos que el número de casos de desapariciones es mucho mayor en la fiscalía, al número que tenemos nosotros”, expone.
El problema es que eso no es posible saberlo, pues la fiscalía no tiene disponible información sobre el número de desapariciones en la entidad. Sólo detalla que de mil 415 mujeres reportadas como desaparecidas de 2011 al 15 de abril de 2018, 15 siguen sin ser localizadas.
De acuerdo con la Red Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (Rnped), en Oaxaca no hay rastro de 227 personas relacionadas con averiguaciones previas iniciadas entre enero de 2014 y el 31 de marzo de 2018: 36 de ellas del fuero federal y 191 del fuero común.
Incertidumbre
Hasta antes de que la violencia tocara con saña el territorio, las desapariciones se limitaban a casos aislados o se decía que era algo que le sucedía a los oaxaqueños en otras entidades, como los 10 hombres originarios de Zapotengo, San Pedro Pochutla, que en 2010 viajaron a Tamaulipas para comprar automóviles para revender, y desde entonces no volvió a saber nada de ellos.
O la desaparición, en 2007, de los miembros del Ejército Popular Revolucionario (EPR): Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Andrés Reyes Amaya; tampoco en estos casos se localizó a las personas y la fiscalía se ha negado reiteradamente a informar sobre el avance de la investigación.
“Las desapariciones es uno de los fenómenos que causa mayor incertidumbre en los familiares porque no se sabe si la persona se encuentra con vida, o no”, explica el visitador.
Dice que esa incertidumbre causa un daño psicológico muy grave a las familias, que continúa hasta que no se dé con el paradero de las personas. “Consideramos que no cesa esta violación a derechos humanos porque no se investigue o no sean localizados”, advierte Rodríguez Ramos. Los nombres se siguen acumulando.