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Si alguien aún piensa que las personas no desparecen en Oaxaca basta que revise los días de mayo para darse cuenta del error: en este mes desaparecieron cinco personas.
El día 4, el alemán Alexander Krikl y la oaxaqueña Renata Salas, ambos de 24 años, se esfumaron de la playa nudista de Zipolite. Seis días después, en San Agustín de las Juntas, se desvaneció el rastro de Ernesto Sernas, abogado encargado de la defensa de 23 ex integrantes del Frente Popular Revolucionario (FPR), acusados de terrorismo por un presunto boicot a las elecciones de 2015.
Ese mismo 10 de mayo fue la última vez que alguien vio a Bruno Avendaño, un marino zapoteca a quien su familia y amigos buscan desde entonces en el Istmo de Tehuantepec. Y el día 20 desapareció un comunero de San Sebastián Nopalera, tras una agresión armada de pobladores de Zimatlán de Lázaro Cárdenas.
Pero el horror no comenzó en mayo. Veinte días atrás, cinco jóvenes de Tlaxcala y uno de Oaxaca desaparecieron en San Miguel Soyaltepec y sus vehículos fueron encontrados calcinados en los límites con Veracruz. El año llevaba 22 días cuando nadie volvió a saber del periodista Agustín Silva. No hay pistas de ninguno.
En los años siguientes las cifras fueron a la baja hasta su punto más bajo en 2014, año en el que sólo se registraron 38 casos. A partir de entonces hay un repunte que no se detiene: 53 personas desaparecieron en 2015, 59 en 2016 y 63 en 2017. En los cinco meses que van de 2018, la Defensoría ha abierto 29 expedientes y cuadernos de antecedentes.
“Suponemos que el número de casos de desapariciones es mucho mayor en la fiscalía, al número que tenemos nosotros”, expone.
El problema es que eso no es posible saberlo, pues la fiscalía no tiene disponible información sobre el número de desapariciones en la entidad. Sólo detalla que de mil 415 mujeres reportadas como desaparecidas de 2011 al 15 de abril de 2018, 15 siguen sin ser localizadas.
De acuerdo con la Red Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (Rnped), en Oaxaca no hay rastro de 227 personas relacionadas con averiguaciones previas iniciadas entre enero de 2014 y el 31 de marzo de 2018: 36 de ellas del fuero federal y 191 del fuero común.
Hasta antes de que la violencia tocara con saña el territorio, las desapariciones se limitaban a casos aislados o se decía que era algo que le sucedía a los oaxaqueños en otras entidades, como los 10 hombres originarios de Zapotengo, San Pedro Pochutla, que en 2010 viajaron a Tamaulipas para comprar automóviles para revender, y desde entonces no volvió a saber nada de ellos.
“Las desapariciones es uno de los fenómenos que causa mayor incertidumbre en los familiares porque no se sabe si la persona se encuentra con vida, o no”, explica el visitador.
Dice que esa incertidumbre causa un daño psicológico muy grave a las familias, que continúa hasta que no se dé con el paradero de las personas. “Consideramos que no cesa esta violación a derechos humanos porque no se investigue o no sean localizados”, advierte Rodríguez Ramos. Los nombres se siguen acumulando.