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José Ángel produjo 26 frescos de pequeño formato y dos de gran formato, a partir de historias y de aquellas imágenes que se quedaron grabadas en su memoria. En una de ellas puede observarse a un gran pez moviéndose por debajo de la tierra, historia basada en una creencia japonesa. Otra relata que los cuatro hombres enmascarados que sostienen el globo terráqueo lo sacudieron provocando los movimientos en la tierra.
“Los zapotecos de las generaciones más antiguas todavía cuentan esas historias, alejadas de las versiones científicas... cada quien, desde lo que cree, intenta encontrar una razón a la noche en la que perdieron todo”, apunta.
Tras el terremoto, el artista asumió el compromiso de recabar testimonios sobre lo que sucedió la noche del gran sismo. Por ello, algunas piezas tienen que ver con lo mitológico, otras con lo astral y otras con lo presencial.
“Ha pasado un año y hay mucha gente que aún no tiene un hogar, que tiene que vivir con su familia porque lo perdió todo”, lamenta.
Agrega que no solamente las viviendas antiguas que vestían las calles de Juchitán y de los municipios istmeños sufrieron daños por el terremoto, sino que también hace referencia a la crisis que el fenómeno natural propició en toda la región istmeña, dejando la economía y la estructura social entre los escombros.
Sin embargo, reitera que entre la desgracia quedó la prueba de que la sociedad organizada rebasa incluso el alcance de ayuda de las instancias de gobierno, pues fueron los grupos organizados los que más ayudaron. “La gente sigue viviendo y trabajando... es natural que tras un proceso de destrucción se cumpla el ciclo y vuelva la reestructuración”, comenta.
Sobre los frescos que conforman la exposición detalla que son una forma de “rendir culto” a todas las familias que perdieron, incluso, a algunos de sus integrantes.
Curiosamente, los frescos tienen un proceso creativo similar al trabajar en un muro, se requiere de materiales como la cal, que también se emplea en las construcciones que hoy son parte del proceso de recomposición de las comunidades. Además, el artista encontró en las obras una forma de plasmar un testimonio de lo que sucedió hace un año.
“A pesa de la violencia, la inseguridad, el desempleo... el Istmo y su gente siguen de pie”, finaliza.