Comercios se levantan del 7-S, pese a la violencia en Juchitán

Locales de Juchitán apenas reviven tras el sismo de 2017; se temen recaídas por la inseguridad.

Fotos: Roselia Chaca / EL UNIVERSAL
Especiales 13/03/2019 11:19 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 09:58

José Manuel Martínez verifica los últimos detalles de su nuevo local en Juchitán, en unos días reabrirá un bar después de un año y medio de tenerlo cerrado, a consecuencia del sismo del 7 de septiembre de 2017. Él fue uno de los comerciantes que lo perdieron todo y se vio obligado a emigrar a la ciudad de Oaxaca para intentar levantarse por la falta de apoyos.

Antes del terremoto, José Manuel tenía tres locales que funcionaban como restaurante-bar en el centro de la ciudad, ubicados todos en casas tradicionales. Para su mala suerte, las tres casas se vinieron abajo, así que todo su equipo de cocina se destruyó, entre  obras de arte y muebles, perdió más de 300 mil pesos, esa noche se quedó prácticamente en la ruina:10 años de trabajo destruidos.

Dos meses después, buscó en la ciudad un local para rentar y comenzar a trabajar, pero la mayoría de los que resistieron al sismo elevaron sus rentas casi al doble, pasaron de 15 mil a 25 mil pesos. Ante esos precios, los únicos que los acapararon  fueron las  cadenas de tiendas grandes, muchas hasta compraron los predios dañados en el primer cuadro de la ciudad.

“Dos meses busqué y busqué, los pocos locales que se salvaron se rentaban a 25 mil y 30 mil pesos, algunos arriba de eso... la gente se aprovechó de la situación, hubo mucho gandallísmo, al no encontrar nada me tuve que ir a probar suerte en otro lado”, comenta José Manuel  mientras termina de colocar unos focos.

El comerciante   estuvo un año en la capital de Oaxaca, pero hace algunos meses regresó a Juchitán, cuando verificó que los costos de las rentas bajaron,  aunque la inseguridad sigue siendo jugando  en contra para los comercios en la ciudad más violenta de la entidad, según datos de la Secretaría de Gobernación (Segob).

“Regresé porque verifiqué que la situación económica ya mejoró, pero no la seguridad, aun así bajaron las rentas, la gente ya sale a divertirse, las réplicas ya casi cesaron, la economía ya agarró ritmo otra vez para volver a invertir, sé de varios amigos como yo que  también se fueron y ahora regresaron a invertir, este 2019 pinta muy bien”, comenta confiado.

A tres cuadras del nuevo negocio de José Manuel está el emblemático restaurante-bar  Jardín, con más de 30 años de existencia.

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Su dueño y administrador, Julio Bustillo Toledo, no olvida la noche del 7 de septiembre, su local de más de 100 años se vino abajo y quedaron atrapados siete personas,  él, comensales y vecinos lograron rescatar durante tres horas y media  a  cuatro personas con vida, a   tres más los   sacaron  muertos de entre los escombros.

La tragedia mermó sus ánimos y no volvieron abrir   después de tres meses, pero fue gracias al dinero de un seguro que los protegía de  desastres naturales  que se animaron a comprar hace unos  meses; de lo contrario, hubieran tardado más en  levantarse o, quizá, se hubieran ido a probar suerte a otro lugar, como José Manuel.

Al igual que él, Julio no recibió apoyo gubernamental, ni perdón de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para el pago de la luz, salvo  10 mil pesos que dio BanOaxaca a los pequeños contribuyentes.

Violencia no da tregua

“El 2018 fue un año terrible, en  2017 la delincuencia dio tregua como cuatro meses porque no había nada que robar, pero  otra vez repuntó y eso a los comerciantes nos pega mucho. Los que nos quedamos en Juchitán nos costó más de un año levantarnos, pero este año ya todo está en su normalidad, salvo la inseguridad”, explica Julio.

Por cada asesinato que se registra en  Juchitán, los  bares y restaurantes pierden hasta  90% de   ventas por varios días, asegura Julio. Tan sólo en su negocio, sólo una de sus 15 mesas es ocupada  tras un  hecho violento, lo más grave luego  del sismo fue cuando mataron a la candidata a concejal del PRI, Pamela Terán, afuera de su negocio.

“Esa vez, pasó semanas y nadie vino al local, luego hace unos días mataron un joven en la Séptima Sección y sólo tuvimos una mesa ocupada, así que la inseguridad nos pega duro, después del sismo,  esa es nuestra peor enemiga”, comenta resignado.

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