El Parián, la vida sin la bonanza del ferrocarril

Especiales 13/06/2018 09:35 Christian Jiménez San Jerónimo Sosola, Oaxaca Actualizada 10:25

Actualmente, la comunidad tiene sólo 5 habitantes quienes se niegan a dejarla; todavía recuerdan la caída de los servicios cuando se fue este transporte

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL

[email protected]

El macizo acero y los durmientes de las vías están cubiertas de tierra; ahora, son un improvisado camino que conducen al otrora llamado Puerto de la Mixteca. Atrás quedaron la bonanza y las oportunidades de crecimiento comercial que había traído el establecimiento de una estación de ferrocarril.

La desaparición del medio de transporte que conectaba a la Mixteca —proveniente de Chiapas— con el resto del estado y el centro del país, condenó a un pueblo entero a la migración. La agencia El Parián,  que en ese entonces gozaba de  bienes,  servicios y comercio gracias al tren,  ahora tiene una población de sólo cinco habitantes que se niegan a dejarla.

Cascarones de metal en la que fuera la estación y máquinas desechas entre los caminos son parte de un legado agonizante.

Los registros históricos que resguarda el museo de la comunidad revelan que el ferrocarril que llegaba a la estación de El Parián fue inaugurado el 12 de noviembre de 1892 por el entonces presidente de la República, Porfirio Díaz. Se situaba en el kilómetro 309 de la línea E. Y., de acuerdo con el documento oficial resguardado.

eh23052018016.jpg

Su apogeo

La Costa y la Mixteca movían en el ferrocarril  grandes volúmenes de carbón, ganado, pieles, chile, producto de palma, oro, plata, yeso, cal y manganeso, pues en El Parián hubo una mina dedicada a la extracción de este metal.

El tiempo va desvaneciendo los recuerdos de María de la Luz Cruz, de 85 años de edad, habitante de la agencia Faustino G. Olivera, que antes era parte de El Parián, pueblo que años antes se llamaba El Cuajilote y previo a la llegada del ferrocarril adoptó su nombre actual, debido a la proliferación de actividades comerciales en las que predominaba el sistema de trueque.

A inicios de 1950, el ferrocarril se encontraba en pleno apogeo y para los habitantes de El Parián era cotidiano tener servicios como correos, telégrafos, bancos, comercios y hasta un casino que propiciaban un vasto flujo económico, recuerda.

A principios de la década de los cincuenta, un viaje en ferrocarril hasta la ciudad de Puebla costaba 11 pesos. Hoy, un viaje a Telixtlahuaca les cuesta 200 pesos, mientras que para ir a la capital  saldría en 400 a 500 pesos.

María de la Luz recuerda los domingos de   plaza con las calles  abarrotadas. Dice que  era imposible salir de las viviendas, pues las calles estaban llenas de gente y en  las esquinas no faltaban los  animales de carga amarrados.

María de la Luz destaca que tomaba unas  dos horas llegar a la capital, y los comerciantes iban y venían en el ferrocarril para ofrecer sus productos.

eh23052018027.jpg

El éxodo

La privatización de Ferrocarriles Nacionales de México, desde 1995, propició la bancarrota de cada oficina y comercio instalado en la estación más concurrida de la zona. Sin oportunidades para trabajar, las familias fueron emigrando del lugar.

“Yo nací en un rancho de la agencia y viajaba regularmente en el tren, incluso con algunos de mis nueve hijos, siete de los cuales abandonaron el pueblo para mudarse a otras ciudades”, añade María de la Luz.

En los últimos años, una góndola de maíz descarriló en el camino. Los restos de metal de la máquina fueron robados por pobladores; algunos rastros quedaron a orilla de la carretera.

Actualmente, en El Parián viven sólo cinco personas, mientras que en la agencia vecina se contabilizan unas 20 familias que se sostienen trabajando el campo o como empleados albañiles.

El ferrocarril hizo sus últimos viajes en 2011 y como consecuencia, el pueblo quedó incomunicado y sin un medio de transporte propio, por lo  que  los habitantes tenían que caminar largos tramos hasta encontrar un taxi colectivo que los acercara a la población más próxima.

Hace dos años, el municipio de San Francisco Telixtlahuaca presentó ante la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) un proyecto para cubrir las vías del ferrocarril de tierra, a fin de constituir un camino que comunique a El Parián con la ciudad de Oaxaca en un tiempo  de viaje aproximado de dos horas.

En la agencia Faustino G. Olivera hay una clínica con un doctor y una enfermera, a donde quienes viven en las cercanías pueden acudir. También hay una iglesia que está en remodelación, donde los pobladores celebran las fechas católicas importantes.

Una de las misceláneas que se encuentra entre El Parián y Faustino G. Olivera cuenta con servicio telefónico y es  una de las formas de comunicación, además del internet satelital, pues al pueblo no llega la señal de teléfono. En ambas agencias, los planteles escolares en todos los niveles tuvieron que cerrar ante la ausencia de niños y jóvenes.

eh23052018004.jpg

Resistencia a desaparecer

El agente municipal de El Parián, Eduardo Paulino Reyes Ayala, asevera que su comunidad “no es un pueblo fantasma”. Aunque hace 20 años cerraron la primaria y la telesecundaria por la ausencia de niños, las familias siguen acudiendo al lugar donde nacieron y crecieron, aunque sólo los fines de semana.

Además,  entre los miembros de las familias que aún visitan el pueblo para pasar ahí cada fin de semana también  participan en las  asambleas para elegir a las autoridades.

En tanto, el agente Reyes Ayala  indica que los habitantes que se reúnen en la comunidad sábados y domingos han efectuado tequios para remozar espacios públicos, como el salón de usos múltiples donde se ubicaba la escuela primaria, lugar donde se realizan las asambleas comunitarias.

La mayoría de quienes vivieron en El Parián habitan en la ciudad de Oaxaca; no obstante, se hacen cargo de las obras públicas. Actualmente, en la agencia se realizan trabajos, desde  la rehabilitación de un muro hasta  la construcción de un pozo.

Parte de las estrategias que se realizaron para “mantener vivo” al pueblo es el remozamiento del hotel de la comunidad, con una capacidad para 30 personas, mismo que abre los 365 días del año. Para ello, el ayuntamiento acordó, a través de un patronato, incluir la inversión del empresario español Gerardo Gómez Tort.

El hotel tiene reservaciones al 100% para el próximo 21 de junio, fecha en la que se llevará  a cabo la fiesta patronal en honor a San Antonio de Padua. Año con año, se reúnen todos los paisanos para participar en una calenda, un baile y reuniones sociales que devuelven la vida a las calles de la comunidad  que el resto del año permanece en silencio.

eh23052018026.jpg

Nunca abandonar

Elsa Reyes Jiménez es una de las cinco personas que aún habitan de forma permanente en El Parián. Es ama de casa y vive con uno de sus familiares, mientras que otros viven solos.

Sentada a las afueras de la casa de uno de sus vecinos que llegó de visita, recuerda que hace unas cinco décadas personas de todas las regiones del estado llegaban  al lugar para intercambiar sus productos.

“Había juez, ministerio público, policía... todos los poderes que se instalaron aquí, con la partida del tren, se mudaron a Etla”, agrega.

Actualmente, algunas personas  que habita en el pueblo han instalado pequeños negocios, como misceláneas, mientras que  otros  ofrecen servicios temporales, trabajos que les permiten continuar viviendo en el pueblo  que se resisten a abandonar, a pesar de la escasez de habitantes.

“Somos muy felices... muy felices, a pesar de que estamos solitos Diosito nos cuida y estamos muy bien”, finaliza Elsa

eh23052018001.jpg

Comentarios