En medio de una colonia de alta peligrosidad en Toluca, un grupo de voluntarios acondicionaron un invernadero para el cultivo de frutas, verduras, flores y legumbres a base de hidroponia con la esperanza de convertirlo en una alternativa de vida para personas de escasos recursos, que viven en un ambiente violento, inseguro y con pocas opciones de desarrollo. 
La contadora Gloria Samperio, presidenta del Congreso Internacional de Hidroponia en México, resumió esta iniciativa como “una esperanza de vida que nació de un cúmulo de basura”, pues el invernadero localizado en el Barrio de la Teresona fue construido en un predio municipal que hace años servía como tiradero a cielo abierto, donde no había más que restos de lixiviados revueltos con tierra y todo tipo de desechos. 
La contadora de profesión narró que la idea surgió cuando dos jóvenes de esta comunidad acudieron a uno de los cursos que impartió en el taller invernadero donde da clases junto con otros especialistas desde hace décadas, pues se especializó en Alemania, Estados Unidos, China, España, entre otros países.  
“Me platicaron entonces cómo eran las condiciones en este lugar que en lo general está catalogado como un foco rojo por la cantidad de asaltos reportados, por ejemplo hay agresiones contra las niñas que atraviesan hacia la Preparatoria 4, a una cuadra de la colonia; les roban los celulares a los alumnos, agreden a la gente”, explicó. 
Detalló que fue así, como junto con los integrantes de la mesa di rectiva de su organización decidieron hacer un servicio social, hablaron con el ayuntamiento y le solicitaron una máquina para limpiar el terreno y quitar los colchones, animales muertos, basura, llantas y todo lo que había. 
Tras instalar la infraestructura, las decenas de voluntarios que participan en la Asociación Hidropónica Mexicana comenzaron impartir los cursos gratuitos, especialmente para las familias de la zona, muchos de ellos analfabetas. 
“Las clases son gratis, el objetivo es que la gente aprenda la técnica que puede llevarse en todo tipo de espacio, ya sea lleno de cemento o predio de tierra, no importa si es grande o chico el lugar donde se emprende, simplemente en material reciclable y con la técnica adecuada”, precisó. 
El sitio donde se encuentra el invernadero, antes servía como punto de encuentro para jóvenes que se alcoholizaban o eran vándalos la zona, platicó la especialista; sin embargo, con la coordinación entre autoridades locales y la voluntad de este grupo multidisciplinario lograron transformarlo en un espacio “lleno de vida”, como lo califica Samperio. 
Alrededor del invernadero se observan viviendas en obra negra, una barranca que todavía sirve como tiradero de basura, un enorme terreno que antes rentaban equipos de futbol llaneros, pero ahora alberga grandes costales de pet. 
Pero al llegar al invernadero el panorama se transforma, sólo al cruzar la puerta se observa el verdor distribuido en largas filas de cubetas, recipientes de plástico, unicel o bidones donde crecen duraznos, fresas, lechugas o habaneros, todo libre de químicos y dispuestos para el consumo humano.
“Lo que queremos es que las personas, además de cuidar el ambiente, tengan un ingreso, porque creemos que la pobreza es lo que lleva a una mayor inseguridad, y no es demasiado lo que tienen que invertir, sobre todo para las madres solteras, es juntar agua, la poca grava que se requiere y sirve para tener a sus hijos en una actividad útil, para alejarlos de la delincuencia”, detalló. 
Para ingresar a los cuatro o cinco cursos que se imparten por año, los interesados deben registrarse en el Ayuntamiento, pues han recibido hasta 3 mil personas,  incluso de otros municipios, entre ellos mazahuas que tuvieron que llevar traductor porque no hablaban español y, como la meta es apoyar a esta comunidad o gente de Toluca que enfrenta graves problemas de violencia en sus localidades, decidieron dejar a las autoridades locales la decisión sobre el ingreso. 
Frutas y legumbres con plus. Sin embargo, la contadora aclaró que no reciben donativos económicos de ninguna autoridad gubernamental ni de otros sectores, público o privado, sino el apoyo voluntario de personas que quieran trasplantar, cuidar del lugar, llevar “buena disposición, amor y deseo de colaborar con la gente”. 
Para cerrar el círculo de ayuda, hace unos meses acondicionaron el invernadero para que las personas cuenten con un sitio donde poner a la venta sus productos, pues muchas veces no tienen la forma de promocionarse o no saben explicar por qué sus frutas y legumbres tienen un “plus” por encima de otros. 
Es así que los fines de semana se convierte en una alternativa de venta de los cultivos e incluso un espacio recreativo, donde socializar, pues cuenta con una pequeña cafetería donde el comprador puede elegir sus alimentos, cosecharlos y comerlos.