Danza sin límites: Jóvenes sordos bailan con la vibración del cuerpo

Son ocho alumnos los que conforman la agrupación artística “Danza con señas”

Foto: Edwin Hernández/ EL UNIVERSAL
Especiales 13/08/2019 16:51 Lizbeth Flores Oaxaca Actualizada 16:56

Alejandra y Emanuel sienten la libertad y la paz al mover su cuerpo al ritmo de la música. Sus rostros expresan el gozo que les produce danzar. Ataviados con trajes típicos de Oaxaca,  interpretan juntos  los pasos que visten al Jarabe Mixteco.

Al compás de ese son tradicional, ella faldea y gira su rostro que luce con flores en su cabeza. Él salta en cada tiempo de este baile  representativo de la región Mixteca. Ambos cuerpos  se acoplan a  la perfección con un ritmo musical que ninguno de los dos puede  escuchar, por eso su baile es aún más especial.

Alejandra y Emanuel son sordos, pero su condición auditiva no les  impide disfrutar del baile: son parte del grupo folclórico “Danza con señas”,  que surgió en la ciudad de Oaxaca en  2011.
“Me gusta bailar porque me siento en libertad y sobre todo me siento muy libre de  que la gente me vea en público,  no tener pena y mover mi cuerpo”, platica en lenguaje de señas Alejandra,  de 14 años, quien desde su nacimiento padece sordera profunda en ambos  oídos.

Desde niña ha expresado el gusto por bailar y anhela ser una artista. La hace feliz la danza  y afirma que esta condición no se lo impide.

“Los sordos también podemos bailar, y por eso quiero bailar en público para que la gente vea que todos podemos hacerlo”, asegura.

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Ella es parte de los ocho alumnos de este grupo instruido por la profesora de danza folclórica Lili Sánchez Hernández, quien sin saber lenguaje de señas empezó a compartir con  sus alumnos sus conocimientos.

“Se me hizo una necesidad para comunicarme con ellos, porque yo no sabía absolutamente nada y para enseñarles tuve que aprenderlo [el lenguaje de señas] y ellos me estuvieron enseñando. Las cosas básicas las sé gracias a ellos, a mí se me complica ir a clases por costos y por tiempo, pero dos de ellos son los que me enseñan a mí.

Ahí va, porque aún no lo sé al 100%”, platica Lili, quien realiza su labor de forma altruista.

La docente cuenta que, aunque el grupo se consolidó  en 2011, el proyecto nació cuando tuvo contacto por primera vez con personas sordomudas en un Centro de Atención Múltiple (CAM): “Yo no tenía la noción de cómo dar clases a personas con alguna capacidad diferente, pero me tocó dar clases en un CAM y ahí es donde conocí a jóvenes sordos. Me interesó al ver que tienen buen ritmo, son muy disciplinados y les gusta mucho bailar”, recuerda Lili.

Desde entonces, con manos y labios se comunica con los jóvenes y les enseña a bailar los sones de  Oaxaca, y de todo el país, así como  bailes internacionales y de salón.

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El “sonido” del cuerpo
Para que Alejandra y Emanuel puedan bailar ritmos que nunca han escuchado, lo único que tienen que hacer es poner atención a su cuerpo. 

“Dicen que sienten en el cuerpo la vibración de la música. Hay algunos que me dicen que en los pies lo sienten, otros que en los brazos y otros lo sienten en el pecho”, explica Lili.

El grupo crece sólo con el  esfuerzo de los jóvenes, sus padres y la profesora, quienes  buscan romper las barreras y compartir que, sin importar su limitante auditiva, también pueden disfrutar de la música y la danza. Y por ello es que sus ensayos son en espacios públicos, como la plazuela de la Casa de la Cultura oaxaqueña.

“No hay absolutamente ningún apoyo económico, ¿por qué?, bueno todo maestro que  lleva  un grupo de danza sabe  que necesitamos trajes,  pasajes, comida y  ensayos”, explica.

Las horas pasan y Alejandra y Emanuel no se cansan, se sumergen en el breve tiempo y repiten una otra vez el Jarabe Mixteco. Mientras los asistentes, en su mayoría familiares, que  perciben claramente la música, se acercan a ellos y se  asombran de verlos danzar sin necesidad de oir el ritmo, Emanuel, lo único que dice con las manos es que siente paz al bailar.

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