Un año después, Orlando se recuesta lentamente en su hamaca. Le cuesta hacer movimientos rápidos, pues su cuerpo fue perforado por atrás, desde el coxis hasta la pierna. Dice que aún está en recuperación, después de estar internado tres meses en el Hospital Militar en la Ciudad de México.
—Me quedaron las secuelas, no me dejan trabajar, caminar rápido no puedo, agacharme rápido tampoco, platica.
Dice que esa noche que la muerte cayó del cielo, también él estuvo a punto de morir.
—Ya sentía que pasaba a mejor vida, que me estaba yendo, sentía que ya no era de aquí.
Pese a los diagnósticos médicos, cuenta que aquel día decidió no darse por vencido y se impregnó de los recuerdos de su madre para seguir viviendo. Fue ella, asegura, quien lo salvó.
—Fue mi mamá, yo sentía que ella me estaba apoyando en oraciones, no sabía que ella ya no estaba en este mundo.
Aunque el monto de los apoyos entregados es confidencial y no puede ser revelado por los afectados, Efraín de la Cruz, ex edil de Jamiltepec, afirma que la Sedena construyó 35 casas con valor de 380 mil pesos cada una e indemnizó con un millón de pesos a los familiares de las víctimas mortales, incluidas dos niñas y un bebé de cuatro meses.
Mientras que el comandante de la VIII Región Militar de la Sedena, Alfonso Duarte Mújica, asegura que la Sedena se hizo responsable y fueron elementos del Ejército Mexicano quienes construyeron 26 viviendas para familiares de las víctimas.
—¿La pérdida de una madre cuándo se supera? Me den lo que me den. Siempre se busca a las personas que se fueron esa noche, sentencia Orlando sobre los apoyos entregados por Sedena.