Bajo 35 grados, maestros del Istmo no desisten de enseñar

Dan clases a alumnos de secundaria en un estacionamiento

El profesor de Informática Héctor Pineda enseña a los alumnos el desarrollo de un sistema operativo, pero en vez de enseñarlo en una pantalla de computadora dibuja los esquemas en un pizarrón. Foto: ROSELIA CHACA. EL UNIVERSAL
Especiales 14/05/2018 11:00 Roselia Chaca Juchitán de Zaragoza, Oaxaca Actualizada 11:02

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El profesor Héctor Pineda guía a 35 alumnos de secundaria en el desarrollo de un sistema operativo, les explica las pestañas a desplegar, las carpetas y los códigos, pero en vez de enseñárselos en una pantalla de computadora los dibuja en  un pizarrón colocado en un estacionamiento convertido en aula.

Sin paredes, con un techo de asbesto que parece un comal durante el día con 35 grados centígrados, las y los alumnos intentan poner atención durante los 45 minutos que dura la clase y comprender la enseñanza del profesor de Informática y coordinador académico de la Secundaría Técnica número 50 de Juchitán, una de las escuelas dañadas por el sismo del 7 de septiembre del 2017.

El profesor con 20 años de servicio cumple con  sus clases en las aulas provisionales y durante el resto del día asesora a 103 alumnos de los tres niveles a través de WhatsApp y otras plataformas de internet, aunque nunca fue partidario de tratar a sus alumnos por las redes sociales, la situación que atraviesa la escuela lo obligó a crear un grupo para tener contacto con estudiantes.

Sin computadoras, ni aulas, ni herramientas adecuadas para enseñar, debajo de árboles y en un derruido estacionamiento entre escombros y ruido, el profesor cataloga la situación de difícil, no sólo para él, sino para los 76  trabajadores que tiene la institución, aun así, da más de su tiempo y esfuerzo para cumplir con 70% del objetivo académico.

 “Es difícil trabajar en estas condiciones, sin casi nada de herramientas tecnológicas, de por sí, con las computadoras es difícil la materia  para los alumnos, ahora es doblemente difícil, pero hemos creado alternativas de enseñanza. Por ejemplo, les instruyo, hacen la tarea en sus computadoras, toman capturas de pantalla y me los envían por WhatsApp y se los corrijo; es un poco complicado, pero logramos avanzar fuera de las aulas y los alumnos han mostrado gran disponibilidad”, explica mientras muestra las capturas de pantalla de sus alumnos.

Lirio Sánchez Jiménez tiene 14 años y es alumna del tercer gado, además de las asesorías  de Informática por WhatsApp, está en otros dos grupos de chat: de Química y  con su asesor. Casi todos los días está activa en el sistema  para mejorar su rendimiento académico y cumplir con el programa, pues lleva un retraso de tres meses, los meses que perdió después del sismo.

El reinicio de las actividades comenzó  en noviembre y desde entonces toma clases  en el estacionamiento. La incomodidad en el espacio comienza después de las 11 del día, cuando el sol pega directo y todo se calienta; las sillas, el piso, el techo.

“No es complicado, las asesorías por WhatsApp, ni si quiera cuando hay viento es difícil estudiar en el estacionamiento, porque regamos agua al  piso y el polvo ya no se levanta,  lo que es difícil es aguantar el calor debajo del asbesto, por eso salimos a veces  a las 12 del día”, comenta la alumna damnificada.

Los profesores Héctor y Lirio no tienen opción, nadie en esta institución lo tiene, sólo les queda aguantar, continuar dando un esfuerzo extra y esperar que el gobierno federal y estatal cumplan su promesa de entregarles para el mes de agosto su escuela reconstruida, que tendrá  un costo de 17 millones de pesos.

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