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El uso de los aceites lubricantes en los vehículos generalmente se realiza desde las casas de los propietarios o en talleres mecánicos, quienes no hacen un manejo adecuado y los arrojan por las alcantarillas del sistema de drenaje, lo cual implica que se vayan de manera directa a ríos, arroyos y a los mantos freáticos; otros acostumbran tirarlos en terrenos baldíos.
Lo anterior es grave si se considera que en Oaxaca circulan, sólo en el área metropolitana, al menos 450 mil vehículos que requieren de este tipo de lubricantes, sin contar a los foráneos.
A esto se añade que los vehículos que circulan en el estado queman aproximadamente 14 mil 950 litros diarios de aceite, lo que contamina el aire.
Además, también de esos 450 millones de litros de aceite usado se reciclan sólo 37 millones de litros y 13 millones más se usan en la elaboración de combustible técnico ecológico.
Estos residuos son catalogados entre los más contaminantes del planeta, debido a su baja biodegradabilidad y su elevado contenido de sustancias tóxicas.
Un sólo litro de aceite usado es capaz de contaminar un millón de litros de agua y su vertido en el suelo afecta la fertilidad, imposibilitándola para el cultivo.
En Oaxaca, señala la Profepa, únicamente hay tres empresas que ofrecen el servicio de reciclaje de residuos de aceite, pero sólo una cuenta con equipo y tecnología para realizar el reciclaje: las otras dos subcontratan a la primera.
Sólo en los Valles Centrales, al menos dos ríos cruzan la zona metropolitana, el Atoyac, de poniente a sur, y el Salado, de oriente a sur; en inmediaciones de San Antonio de la Cal se unen para seguir su recorrido por la Sierra Sur, hasta llegar al océano Pacífico.