Ese trabajo, que se ha extendido a seis comunidades, fue reconocido en Estados Unidos en junio, con una mención honorífica.
Ahí fue donde fue condecorado por su trabajo a favor de los jóvenes y donde Abelardo Torres Rivera, uno de sus estudiantes, ganó dos medallas de plata. No son las únicas medallas que Luis Altamirano ha ganado. En el internacional de Taekwon-Do realizado, en Huatulco, obtuvo un oro y dos platas.

“Les planteé a los padres de familia que si sus hijos eran casos perdidos para ellos, no tenían nada que perder si los enviaban a que aprendieran artes marciales. Les dije que si no les gustaría que, en lugar de perder el respeto de la comunidad, cada vez que los voltearan a ver sintieran admiración y respeto”, cuenta.
Fue de esta manera que se conformó la primera generación, en la que logró que algunos dejaran las drogas; esa, dice, es una de las cosas por las que más se siente orgulloso. No sólo los alejó de los vicios, muchos están por terminar sus estudios universitarios, otros alcanzaron el grado de instructor en artes marciales y uno de ellos lo apoya en una de las comunidades hasta donde su escuela ha llegado a dar clases de Taekwon-Do.
Luis Filiberto dice que también busca que se permita que las niñas y adolescentes de estas comunidades practiquen artes marciales. “Para las mujeres no es fácil. He trabajado en ello con los papás que han mostrado confianza a mi trabajo y, poco a poquito, van soltando para que ellas también pueda abrir sus alas y tener las mismas oportunidades”, asegura.
Ahora, su proyecto lo ha llevado a las comunidades Juquila Loma Larga, Santo Domingo Tonalá, Yetla de Juárez, San Miguel Allende Nuchita y a San Jerónimo Nuchita; cuenta con alrededor de 60 estudiantes que van desde los tres a los 40 años de edad.

Además, trabajan tanto para clasificar como para juntar recursos que les permitan llegar a la Copa Mundial de Taekwon-Do de Corea del Norte, en 2021. Y luego ganar un lugar para los próximos panamericanos en Honduras.
Este trabajo previo es necesario porque la falta de recursos y la ausencia de apoyo institucional ya impidieron que pudiera competir en el próximo torneo internacional que se desarrollará en Paraguay.
“Me he acercado a las autoridades, pero a uno no le creen porque viene uno de pueblo. Creo que es algo que debemos cambiar nosotros como mexicanos, que no importa de dónde vengamos porque todo se logra con esfuerzo”, asevera este atleta mixteco.
A pesar de ello, Luis Filiberto asegura que los ánimos siguen y como maestro no puede dejarse caer. “Al contrario, el ejemplo que quiero dar a los niños es seguir esforzándome y trabajar lo que más se pueda”, afirma el instructor de 27 años.
Sabe de lo que habla, pues al clasificar a los panamericanos en EU, relata, tuvieron que conseguir los recursos: una asociación financió parte de los gastos de su estudiante Abelardo Torres. El resto se consiguió porque los alumnos trabajan, estudian y entrenan.
“Para mí, las artes marciales lo ha significado todo. Desde que salí de mi pueblo, al ver tantas cosas negativas, siempre he tenido en claro que tenemos la capacidad de abrir camino. Que para los niños no existan obstáculos, para quiera estudiar medicina, ingeniería o ser licenciado. Y trabajar con las niñas también”.