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“Fue doloroso ¡Ay! yo no lo vuelvo hacer. Además, qué pena abrirse en la cara de la doctora para que me vea. Dicen que esa enfermedad está matando a muchas mujeres; en la iglesia varias ya murieron de eso, pero porque no se atendieron a tiempo”, dice Rosario, mientras descansa con sus vecinas.
Recientemente, la UNAM realizó, a través de la doctora Minerva Saldaña Tellez, el estudio “Barreras percibidas por el personal de salud para la toma de la citología cervical en mujeres zapotecas de Juchitán”, con el fin de detectar los obstáculos de tipo psicosocial y cultural que influyen para que las mujeres no acudan a revisiones periódicas y, por tanto, sigan muriendo de una enfermedad que es prevenible.
Para esta primera fase del estudio se consultó a personal del sector salud, encargado de los programas de detección oportuna en instituciones públicas como privadas, para conocer las barreras que tienen que vencer las mujeres juchitecas para no morir de cáncer.
Entre las barreras culturales destaca el idioma, pero sobre todo la negativa del marido, quien muchas veces no permite a la mujer realizarse la prueba, por lo que la paciente difícilmente acude o regresa por miedo a que su pareja se entere. Otro obstáculo es el tabú de la sexualidad porque hay resistencia al análisis ginecológico por sentimientos de vergüenza o pudor.
Celia Mendoza Reyes, coordinadora de la Fundación Restauración Nacional, dedicada a la defensa de mujeres indígenas, considera que el machismo influye en 90% para que las mujeres del Istmo no se realicen las pruebas para detectar el VPH.
Dice que durante los tres años que lleva la fundación realizando campañas de detección del cáncer, han acompañado casos de mujeres golpeadas por los maridos al recibir la noticia que son positivas.
“El machismo es la principal razón para que no se realicen las pruebas, para que no acudan a las clínicas y si lo hacen son tachadas de putas e infieles”, describe.
Agrega que cuando se les convence de asistir a revisión, se les da por entendido que lo hace una doctora, no un varón; agrega que además ellas no pueden decidir el uso del condón, “y el marido siempre dice no, porque es su mujer”.
Para Mayra Pineda, abogada feminista, entre los obstáculos que enfrentan las mujeres indígenas para el acceso a la salud se encuentra la discriminación que sufren por parte de las instituciones que no las reconocen como sujetas de derechos, y las relegan en las políticas públicas como destinatarias de programas sociales. “La discriminación que las comunidades indígenas padecen por parte del Estado agrava las condiciones en las que viven, y en el caso de las mujeres se agudiza, por el machismo y la pobreza”, asevera.