Amor a la música por herencia oaxaqueña
Rodolfo lleva música clásica mexicana a otros países, a través del cuarteto Ruvalcaba rinde homenaje al romanticismo
A Rodolfo Jiménez todos lo consideran un joven talento, pues a sus 28 años las notas de su violonchelo han sonado en escenarios de París y Nueva York; en las paredes de su casa cuelgan diplomas de escuelas europeas. Sus raíces, en cambio, lo unen a Oaxaca.
Rodolfo está convencido que su sensibilidad para la música clásica viene de su abuela y su bisabuela, ambas originarias de Ejutla de Crespo, donde desde muy pequeño adquirió el gusto por la cultura e identidad de Oaxaca.
Aunque Rodolfo es egresado del Conservatorio Nacional de Música, donde se desempeñó como principal de violonchelos en la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, cuenta que su historia con la música empezó a escribirse en casa de su bisabuela, quien fue una virtuosa pianista. “Crecí rodeado de pianos”, recuerda el músico con alegría.
Esa herencia musical se fortaleció con su abuela, también pianista, a quien recuerda como la primera que le enseñó sobre música. Ella, dice, tocaba el órgano en la catedral ejuteca. “La tradición viene desde entonces”, resalta Rodolfo.
Pero la herencia familiar sólo fue el primer escalón. Rodolfo siguió con su formación musical en París; no obstante, recuerda su infancia en Oaxaca como la semilla de su vocación y el lugar donde nació su propósito de compartir la cultura en escenarios locales.
Es precisamente su deseo por llevar la música a otros escenarios y a otros espacios lo que lo impulsó a integrar el Cuarteto Ruvalcaba, un ensamble de cuerdas con el que rinden homenaje al romanticismo alemán y mexicano, bajo la firme convicción de interpretar canciones bellas que no han sido tocadas en foros grandes para hacerse conocidas.
“Hay música mexicana muy bonita que es poco conocida”, asegura Rodolfo.
El cuarteto, además de Rodolfo, lo integran otros músicos como Fernando Vizcaíno, en el violín, Mauricio Alvarado, en la viola y Alejandro Serna, con el violín segundo. La propuesta de estos jóvenes se gestó con el objetivo de difundir música de cámara de origen mexicano, como la de Higinio Ruvalcaba, de quien tomaron la idea para nombrar al grupo.
El cuarteto inició hace dos años, pero lleva sólo seis meses con la alineación actual, son ellos cuatro quienes ya trabajan en un material discográfico para dar a conocer su propuesta.
Rodolfo está convencido de que es importante hacer conciertos sin importar el tamaño de la audiencia. Lo que importa, dice, es acercar la música clásica, que por años ha parecido poco accesible, a aquellos sectores que consumen otros géneros.
Por ello, el cuarteto se dio a la tarea de dar algunas lecciones a los estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). El resultado, explica, los dejó satisfechos.
“Estamos sorprendidos con el talento oaxaqueño”, reconoce.