
“El proyecto nació como una idea para que los niños de la comunidad se alejen de los vicios. Tenemos la encomienda de atraerlos hacia actividades positivas, por eso ofrecemos talleres de danza, pintura y escultura”, refiere Felipa Franco.
Otra parte de la población se dedica al campo, pero la mayoría de los hombres y jóvenes son cribadores, es decir, se dedican a la extracción de piedras del río Atoyac. Por dedicarse a temprana edad a esa actividad, más de 50% de la población tuvo sólo educación básica.

El arquitecto y artista plástico Emmanuel Santos es el encargado de gestionar, proponer y enlazar ofertas culturales que tienen cabida en el Cecuya. La primera exposición consistió en invitar a toda la población a llevar sus fotografías más antiguas para que formaran parte de la muestra.
Hace más de un siglo, Yahuiche era una hacienda poblada por españoles, franceses y campesinos.
Después, agricultores la compraron a través de un préstamo bancario y repartieron entre los pequeños y grandes productores todo el terreno. Las familias que hoy habitan el lugar son los nietos de aquellos campesinos.
Por ello, y para crear una conexión entre los pobladores y el lugar, se lanzó la convocatoria logrando la participación de más de 50 personas. Actualmente, el Cecuya cuenta con un taller de música y uno de danza, al que asisten al menos una veintena de niñas y niños. Recientemente, el documentalista Ramón Llaven Zavala y el fotógrafo Daniel Mélendez presentaron en el lugar el documental “Ramón, entre utopías y verdades”.

El director de la cinta comentó que ésta es la última vez que la historia se presentará ante el público, antes de viajar a diversos festivales y muestras. Para el realizador, la trama que se desarrolla en medio de conflictos sociales y políticos fue bien aceptada entre los habitantes de Yahuiche, quienes abarrotaron la sala de proyecciones.