Transfeminicidios, las víctimas que se invisibilizan en Oaxaca
En lo que va de 2018 se han registrado 35 asesinatos contra mujeres trans; acusan que no hay instancia que reporte cifras
Una bala. Eso fue lo que dejó sin vida a J. El proyectil se le incrustó en el pecho y le arrancó sus 24 años. El cuerpo lo encontraron al lado de un arroyo a las seis de la mañana del 12 de agosto. J era una mujer transexual de la que, paradójicamente, sólo se conoce su nombre de varón. Así se invisibilizan los asesinatos de las mujeres trans.
La noche anterior a que el cuerpo de J apareciera sobre la calle Río Chiquito de la colonia Odisea, en San Jacinto Amilpas, la joven había salido a comprar de cenar. Eso explicaron los familiares y agregaron que sus sospechas recaían en Juan, su pareja sentimental, quien previamente había sido denunciado por violencia.
Más tarde, la Fiscalía General del Estado aseguró en un comunicado que el homicidio se investiga con perspectiva de género, pero hasta el momento no hay información sobre los avances del caso.
El asesinato de J es uno de los 457 que se han cometido contra mujeres transexuales de 2007 a la fecha: 422 de 2007 a 2017 y 35 sólo en lo que va de 2018 (17 casos de junio a agosto). Con 18 víctimas, Oaxaca es el noveno estado con más crímenes.
Los datos son recopilados por el Centro de Apoyo a las Identidades Trans, organismo que contabiliza los casos a través de lo que reportan los medios de comunicación, pues en México no existe una institución oficial que tenga registros sobre ello.
—Los monitoreos de noticias dan como resultado las únicas cifras que se conocen, pero si la prensa no recibe información, muchas veces las muertes de trans no se dan a conocer, apunta Luisa Rebeca Garza López, mujer trans y defensora de los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+.
“Las personas trans en el estado de Oaxaca vivimos una violencia machista de la que son víctimas todas las mujeres. Pero además se nos invisibiliza porque nuestro sistema social, económico y político está montado sobre un sistema binario de relaciones humanas, donde solamente se conciben dos sexos: hombre y mujer. Cualquiera que se ubique en otro término es víctima de discriminación”, afirma.
Explica que una persona trans, “transita” de un género a otro y que la sociedad, al ser machista, subordina a lo femenino y rechaza lo que no se ubica en los géneros aceptados. “Así que nos enfrentamos a la misoginia, la violencia homofóbica o lesbofóbica”, asevera Garza López.
Aunque la activista señala que la violencia contra personas trans no está desvinculada de la violencia que padece el resto de la población, señala que una muestra de que estos crímenes son ignorados, incluso por organismos, como el Observatorio Nacional del Feminicidio, que revelan que en México a diario matan a siete mujeres, pero en estos datos, no se incluye a las mujeres trans.
—Muchas autoridades consideran que las mujeres trans no somos mujeres. Nos ubican dentro del grupo de los asesinatos en contra de personas de la comunidad LGBTTTIQ+, pero no existe un tipo específico que clasifique a las muertes de hombres gay, lesbianas, mujeres trans, porque en la diversidad sexual no hay grupos homogéneos. Es diferente la violencia que vive una mujer trans a la que vive un hombre gay.
Rebeca además precisa que los contextos dentro del país no son iguales, pues el tipo de violencia que padece una mujer trans en el norte no es igual al que vive una trans en la capital de Oaxaca y ésta, a su vez, es diferente a la discriminación y violencia de las regiones del estado.
—Sin minimizar la violencia que sufren hombres gay, este año se han disparado los casos de homicidio en contra de mujeres trans. Y además estos asesinatos se cometen con violencia y crueldad, apunta.
Un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la comunidad LGBTTTIQ+ le da la razón a la activista, pues en él se documenta que los homicidios contra personas trans son altamente violentos y agrega que los gobiernos no los atienden.
Esto, detalla Rebeca, se debe a que existen prejuicios en los que los estigmas justifican, de algún modo, las muertes violentas contra personas de diversidad sexual.
Oportunidades limitadas
Según los datos del Centro de Apoyo a las Identidades Trans, la mayoría de las mujeres transexuales que fueron asesinadas entre 2007 y 2017 tenían entre 20 a 29 años de edad (80 casos); además, de los 422 casos, 60 de las víctimas se dedicaban al sexoservicio.
El resto se desempeñaban como estilistas, recamareras, meseras, cantantes, vendedoras, activistas, educadoras, personal de limpieza, futbolistas; en 298 casos se desconoce su oficio.
Al respecto, Rebeca detalla que el campo laboral de las mujeres trans es limitado. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en su informe, indica que a las personas pertenecientes a un grupo de la diversidad sexual se limitan los derechos laborales e incluso educativos.
La activista refiere que estos se debe a que al pedir trabajo con una identidad que no refleja sus documentos oficiales, por prejuicios, las empresas niegan los empleos, algo que la Comisión Interamericana llama “espiral de violencia”.
—El trabajo sexual se desempeña ante la falta de oportunidades y porque son otras personas dedicadas a ello las que brindan apoyo a personas trans, dice Rebeca, quien es funcionaria electoral y que decidió hacer su cambio de identidad ante el entonces Instituto Federal Electoral (IFE). Desde entonces, dice, ha recibido apoyo total de la dependencia.
A pesar de ello, reconoce que el proceso de transición de un sexo a otro no es sencillo, pues dependen de quienes rodean a quien lo emprende. “El rechazo social ha orillado a personas trans al aislamiento, la drogadicción e incluso el suicidio”, comenta.
A penas en 2017, el ahora Instituto Nacional Electoral (INE) inició un protocolo para garantizar el derecho al voto de personas trans, aunque el documento oficial no coincida con la expresión de género del votante, incluye la capacitación del personal para garantizar los derechos electorales. Además de este esfuerzo, en México no existen leyes que permitan rectificar sus documentos oficiales de forma rápida.
En Oaxaca el año pasado se hizo llegar al Congreso estatal una iniciativa para el reconocimiento de las identidades trans y el matrimonio igualitario, pero fue rechazado por los legisladores, quienes lo calificaron como una “práctica perversa”.