Celerina Sánchez, amor por la poesía en versos mixtecos
La valorización de su pueblo y su idioma son su principal motivación.
Para Celerina Sánchez preguntarse si un indígena puede escribir es, “en el fondo, una muestra de racismo”.
Oriunda del Mesón de Guadalupe, en el municipio de San Juan Mixtepec, a través de su lengua, el tu’un savi (mixteco), Celerina declama sobre su tierra, su gente y su sentir. Es lingüista, poeta, narradora y traductora.
La pasión por escribir y narrar sus versos deviene de una tradición familiar, pues desde pequeña su padre era quien les contaba historias a ella y sus hermanos.
El español y la poesía llegaron a la vida de Celerina cuando ella cursaba la primaria, donde conoció poetas mexicanos y extranjeros. Así comenzó a escribir sus versos, tenía 13 años.
—Después, ya no pude estudiar, me casé a los 18 años. ¿Qué te puedo decir? Mi vida se acabó.
Pero aquel distanciamiento fue momentáneo, la literatura se resistió a separase de Celerina; el hombre con el que compartió su vida fue un asiduo lector de diarios y libros de una corriente “revolucionaria socialista”.
Versos vivos
Pese a las dificultades que vivió tiempo después, como la muerte de su esposo a los 27 años, el futuro se mostró promisorio y Celerina ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) para estudiar Lingüística, donde encontró herramientas que la ayudaron a comprender la estructura de su lengua y trasladar sus poemas al mixteco.
La diversidad temática y estilística de Celerina ha sido blanco de críticas por la “falta de un estilo propio”; sin embargo, confiesa que su poesía no pertenece a ninguna corriente; ella sólo describe la manera en que entiende determinadas situaciones:
—Generalmente, yo escribo de mi cultura, de mi lengua, de ese dolor que se sufre en el transportar de una cultura a otra, de mi ser como mujer.
Asimismo, lo que motiva Celerina es el reconocimiento y la revalorización de su pueblo, la necesidad de encontrarse, de descubrirse en sus raíces, pero sobre todo, escribir y declamar por aquellos que no tienen voz.
—Me interesa que la gente se identifique, que cuando él o ella lea un poema mío, lo haga suyo que empiece a cuestionarse.
Pero las preocupaciones de la poeta van más allá de su pluma, ella llama al Estado a que cumpla las garantías que protegen a los pueblos originarios y sus lenguas inscritas en la Constitución, pues a en su visión no existen políticas lingüísticas reales para pueblos indígenas, para los que como ella sueñan en su lengua.