Celerina Sánchez, amor por la poesía en versos mixtecos

La valorización de su pueblo y su idioma son su principal motivación.

Foto: Cortesía
Especiales 21/03/2019 16:07 Joset Martínez Ciudad de México Actualizada 11:42

Para Celerina Sánchez preguntarse si un indígena puede escribir es, “en el fondo, una muestra de racismo”.

Oriunda del Mesón de Guadalupe, en el municipio de San Juan Mixtepec, a través de su lengua, el tu’un savi (mixteco), Celerina declama sobre su tierra, su gente y su sentir. Es lingüista, poeta, narradora y traductora.

La pasión por escribir y narrar sus versos deviene de una tradición familiar, pues desde pequeña su padre era quien les contaba historias a ella y sus hermanos.

El español y la poesía llegaron a la vida de Celerina cuando ella cursaba la primaria, donde conoció poetas mexicanos y extranjeros. Así comenzó a escribir sus versos, tenía 13 años.     

—Después, ya no pude estudiar, me casé a los 18 años. ¿Qué te puedo decir? Mi vida se acabó.

Pero aquel distanciamiento fue momentáneo,  la literatura se resistió a separase de Celerina; el hombre con el que compartió su vida fue un asiduo lector de diarios y libros de una corriente “revolucionaria socialista”.

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Versos vivos

Pese a las dificultades que vivió tiempo después, como la muerte de su esposo a los 27 años, el futuro se mostró promisorio y Celerina ingresó a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) para estudiar Lingüística, donde encontró herramientas que la ayudaron a comprender la estructura de su lengua y trasladar sus poemas al mixteco.

La diversidad temática y estilística de Celerina ha sido blanco de críticas por la “falta de un estilo propio”; sin embargo, confiesa que su poesía no pertenece a ninguna corriente; ella sólo describe la manera en que entiende determinadas situaciones:

—Generalmente, yo escribo de mi cultura, de mi lengua, de ese dolor que se sufre en el transportar de una cultura a otra, de mi ser como mujer.

Asimismo, lo que motiva Celerina es el reconocimiento y la revalorización de su pueblo, la necesidad de encontrarse, de descubrirse en sus raíces, pero sobre todo, escribir y declamar por aquellos que no tienen voz.

—Me interesa que la gente se identifique, que cuando él o ella lea un poema mío, lo haga suyo que empiece a  cuestionarse.

Pero las preocupaciones de la poeta van más allá de su pluma, ella llama al Estado a que cumpla las garantías que protegen a los pueblos originarios y sus lenguas inscritas en la Constitución, pues a en su visión no existen políticas lingüísticas reales para pueblos indígenas, para los que como ella sueñan en su lengua.

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